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adriana.reyes@eluniversal.com.mx
El 18 de julio pasado el pedalista polaco Pawel Poljanski decidió mostrar en Instagram los estragos que el Tour de Francia dejó en sus piernas.
La dramática apariencia de sus extremidades inferiores tras cientos de kilómetros recorridos, escandalizó a quienes contemplaron la fotografía aunque, de acuerdo con especialistas, el desgaste corporal que sufrió el competidor es una situación común en el alto rendimiento.
“Lo que le sucedió fue una combinación de caquexia y deshidratación. En el ciclismo de montaña y ruta; así como en otras especialidades, sucede que los músculos de las piernas demandan más oxígeno y si no lo reciben se deshidratan, pierden masa muscular y fuerza”, explica la especialista en medicina del deporte Viridiana Silva.
El caso del polaco no es aislado. La gravedad de un atleta tras la exposición a la competencia puede llegar a tal grado que se considera que están en “terapia intensiva”.
En 2012, después de un entrenamiento de 45 kilómetros, el andarín mexicano Horacio Nava (50 km) sufrió una lesión en el pubis, previo a su participación en los Juegos Olímpicos de Londres.
“La demanda es mucha en especialidades como la mía, y si le añades que son años los que pasamos exigiéndole al cuerpo, entonces todo se torna más difícil y por momentos te hace dudar en continuar con tu carrera”, cuenta el seleccionado olímpico chihuahuense, quien tuvo que parar durante seis meses antes de regresar a competir.
Sarcopenia, caquexia, deshidratación y agotamiento por calor son algunas de las consecuencias que causa el desgaste físico en el alto rendimiento.
“Los deportistas se enfrentan a distintas situaciones adversas como el clima, mala adaptación a la carga de entrenamiento y alimentación inadecuada; todo esto provoca fallo en los mecanismos de regulación de la temperatura, fiebre alta, pérdida muscular y de la capacidad de sudoración del cuerpo y demás consecuencias llegando a causar hasta la muerte”, añade la encargada del departamento de medicina del Comité Olímpico Mexicano (COM).
La participación del maratonista Ricardo Ramos en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro provocó muchas críticas al ubicarse en los últimos sitios de la competencia. Lo que pocas personas supieron fue la razón por la que el seleccionado no logró una actuación decorosa.
“Las condiciones de calor provocaron que me desgastara más de lo normal y culminé en el sitio 120. Lo que me pasó ese día también fue consecuencia de una lesión que arrastraba desde tiempo atrás y que me obligó a dejar de competir medio año. Fueron siete meses de tratamientos con recuperación, terapias, quiroprácticos, masajes y demás”, explica.
En especialidades de alta demanda, es recomendable no participar en más de tres competencias al año pues la recuperación toma de entre ocho y diez semanas.
“Después de participar en eventos de alta demanda física es necesario no exigirle más al cuerpo porque hay muerte de fibras musculares, motivo por el cual se recomienda alimentarse e hidratarse adecuadamente para recuperar líquidos y músculo”, detalla Viridiana.
En ocasiones es necesario hospitalizar al atleta para recuperar sus niveles de agua, electrolitos, minerales y aminoácidos.
Quien también padeció un gran desgaste físico fue la andarina Guadalupe González quien tras lograr el oro en los 20 kilómetros de los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y una nueva marca continental, se desplomó.
“Quería pararme, sentía muy feo, mi respiración ya no era normal, ya mi cabeza estaba mal. No fue mucho el tiempo que estuve inconsciente, fueron como 15 minutos, siento que fue el golpe de calor el que me acabó en ese momento”, relató la medallista, quien regresó a tiempo para recibir su medalla.
Como ellos, decenas de atletas de alto rendimiento en todo el mundo se enfrentan a condiciones adversas durante sus competencias, por lo que contar con un equipo multidisciplinario resulta fundamental.