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rodolfo.gaytan@eluniversal.com.mx
Hace muchos años, Roberto Carlos cantaba: “el ruido enloquecedor de su auto será la causa obligada o algo así...”. Ahora, aquel estribillo parece que no aplica más. Menos en la Fórmula E. Los motores callaron.
A fuerza de costumbre, el estruendo de los bólidos ha emocionado de siempre al respetable para hacer pesar su potencia. Pero los tiempos cambian y en el Autódromo Hermanos Rodríguez impera el silencio loco. Acaso se escucha el golpe del viento y un ruido tipo licuadora cuando cruzan las unidades frente al graderío.
Las nuevas tecnologías, amables con el ambiente, son el presente y el deporte motor no puede sustraerse. Para el Julius Baer Mexico City ePrix los sonidos del silencio son la tónica.
Novedosos semiconductores y el carburo de silicio dejan en el pasado la gasolina de alto octanaje y escandalosas revoluciones.
Aunque el ánimo no decae del todo, entre los aficionados hay muchos nostálgicos, como Cinthya Peredo: “Es que no, para mí el rugido de los motores es sinónimo de potencia, no es que éstos [los autos eléctricos] sean lentos, pero oír la aceleración, el cambio secuencial, el freno de motor es lo que nos hace vibrar”.
Tal vez, en el futuro, nuestro nietos asistan a competencias en las que los vehículos ya no tengan neumáticos y su propulsión sea electromagnética... o algo así.