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León.— El Rally México es toda una tradición en León. Cada año, la gente se reúne con el mismo entusiasmo para sentir la adrenalina de los automóviles.
Ayer, se respiró el ambiente motor, ese que invade a Guanajuato por días y, cuando termina, deja un vacío en la ciudad. Algunas calles y avenidas se cierran para el paso de los bólidos. Antes de la llegada de los vehículos al Autódromo de León, todo es calma.
La justa arrancó el jueves en la capital del país, pero los locales saben que es aquí donde se vive la verdadera fiesta.
El pavimento guanajuatense comienza a retumbar con la llegada de los pilotos. La lluvia toma escena. Por momentos parece que se aproxima una tormenta. La gente aplaude, grita y ovaciona a los volantes. El agua toma un papel secundario. Nada impide a los presentes estar cerca de sus ídolos.
El favorito de todos es el tetracampeón Sébastien Ogier, quien saluda a los aficionados y se toma fotografías con los niños. El finlandés Jari-Matti Latvala, actual monarca en León, también es uno de los consentidos. El belga Thierry Neuville no quiere quedarse atrás y también convive con la multitud de aficionados.
Los mexicanos Benito Guerra, Pancho Name y Ricardo Triviño son ovacionados por los miles de asistentes sobre las vías. Se espera que el apapacho que reciben los tricolores sea un impulso para hacer un mejor papel.
Por la tarde, a las afueras del autódromo, las familias y amigos conviven mientras admiran objetos y vestimentas del Campeonato Mundial de Rally.
Comprarse la camisa oficial de un equipo parece obligación. Se colocan puestos para que los asistentes se lleven un recuerdo de la justa. Juegos de realidad virtual son la sensación.
Filas con decenas de personas esperan minutos para experimentar lo que se siente recorrer las terracerías guanajuatenses. Adultos, jóvenes y pequeños disfrutan de la tecnología.
Muchos padres de familia traen a sus hijos, algunos por primera vez experimentan la adrenalina del deporte motor y se empapan de este deporte que siempre es tan bien recibido en Guanajuato.
Emocionados, los padres explican a los niños cómo funcio-na un automóvil de la especialidad, mientras los pequeños, sin soltar la mano de su papá, no quitan la vista del bólido de muestra.