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Complacida por la lluvia de reconocimientos sobre su hija María Bárbara Wetzel, gimnasta mexicana con síndrome de Down, Mónica Aguilar señala que las puertas se abrieron con amplitud tras los Juegos de la Trisomía 2016, en Florencia, Italia.
“Se abrieron todas las puertas. Todavía recuerdo que un poquito antes de su campeonato tuvo un primer ofrecimiento de beca deportiva en Veracruz. Ella estaba estudiando la primaria en La Salle, y la escuela de su gimnasio le dio a un grupo una beca deportiva porque se dedicaban al alto rendimiento, pero en ese momento la decliné porque pedían que pasaran totalmente a su escuela Leona Vicario, donde adaptarían sus clases, pero lo rechacé porque ella estaba en sexto de primaria y quería cerrar su ciclo escolar con su primera escuela.
“Y luego de ganar el año pasado en Florencia, ahora es una niña que puede aportar a su educación porque cuenta con beca por mérito deportivo”, contó Mónica Aguilar, madre de Bibi.
Mónica, presente en el segundo Foro de Inclusión del Tecnológico de Monterrey, destacó el trabajo de entidades universitarias del país en favor de las personas con discapacidad.
“Hoy en día las universidades también contemplan becas deportivas para la gente que ha sobresalido en su disciplina y que incluyan a gente con capacidades diferentes es importante para que se superen día tras día”.
Asimismo, Aguilar, cómplice de los primeros pasos y triunfos de la gimnasta de 13 años, sabe que una de las mejores apuestas que se pueden hacer en el país es la del deporte y la educación.
“Definitivamente el deporte es un impulso y la educación, junto con la alimentación, son complementos para un desarrollo integral. Aunque Bárbara ha destacado en lo deportivo, su desarrollo en otros ámbitos no se deja atrás”. Así, mientras Bibi se mancha las manos de pintura para plasmar su huella en un lienzo, su madre describe su orgullo y sentir en una palabra: “encantada”.