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Los números cosechados en las pistas en 2016 lo exhiben en su mejor versión. Y por eso el momento del mexicano Sergio Pérez para tomar el volante de un gigante en Fórmula Uno se dará antes de lo imaginado, así lo asegura quien cuidó su andar desde sus primeros pasos, su padre.

“Creo que está más cerca que yo, de aquí (Guadalajara, Jalisco) al Distrito Federal (ahora Ciudad de México), está muy cerca de suceder, pero recordemos que Sergio Pérez ya fue contratado por una gran escudería, por McLaren”.

Pero, Antonio Pérez Garibay frena de golpe la emoción y advierte el peor de los escenarios, incluso con la imponente flecha de plata.

“El ejemplo puede ser ahorita: firmar con Mercedes que quedó campeón de la Fórmula Uno con Nico Rosberg, pero no sabemos si el año que entra funcione, hasta que estás ahí, te puedes dar cuenta de la realidad. Hoy, imagina que Checo toma el lugar de Nico, campeón del mundo, el carro no funciona y lo primero que dirán es que el piloto no sirve”, explica en entrevista telefónica.

Desde su debut en el máximo circuito del automovilismo, Checo ha corrido por seis temporadas en los asientos de Sauber (2011-12), McLaren (2013) y Force India (2014 hasta la fecha), con un total de siete festejos en el podio.

La largada más difícil. Contrario a lo que se podría pensar en la formación de un piloto profesional, como un deporte sólo para “familias ricas”, Pérez Garibay dice que la determinación es la clave para soñar a gran velocidad.

“El sacrificio y el sufrimiento que pasamos antes de esto, cuando Checo corría go karts y viajábamos por todas las carreteras del país, dormíamos en los carros, no teníamos para pagar hotel, a eso se le llama ‘hambre y determinación’, todo mundo pensaría que el automovilismo es sólo para familias ricas. Nosotros no teníamos para eso, dormíamos en una suburban, tanto Toño, Checo, yo y los mecánicos viajábamos de noche a diferentes pistas y de regreso mis hijos llegaban a su colegio a las siete de la mañana del lunes”.

Pero la mira estaba del otro lado del charco: Europa.

“Posteriormente llevé a Checo, a los 15 años, a Alemania. Sabíamos el camino, pero no teníamos los recursos, teníamos que buscarlos y para eso el padre tenía que tocar puertas por todo el país y por el mundo; gracia a Dios me encontré con Carlos Slim, le platiqué el proyecto y le abrió las puertas a mis hijos. Y mira ahora dónde los tienes, uno en NASCAR y el otro en F1”.

Hijo de tigre, pintito. Incluso, en el cobijo paternal el ex piloto no duda que su hijo mantendrá en 2017 las cualidades que lo encumbraron.

“Checo va a dar lo mismo en 2017 que en 2016, cuando a Sergio le abres la oportunidad, él tiene mentalidad de tigre, él te ataca, sino no hubiera peleado la séptima posición en el mundo.

“Lo mejor de Checo es su inteligencia, tiene un coeficiente intelectual [IQ] muy superior al que podemos imaginar, es un muchacho de 26 años que piensa como empresario de 70 años, porque desde niño, desde los 12, hace negocios con los grandes tiburones del mundo de las finanzas”, presume el campeón en 1987 de la Copa Marlboro.

Finalmente, el principal forjador de Pérez Mendoza apunta que ser un referente del automovilismo es una lección para los mexicanos de que sí se puede.

“México nunca en en su historia había tenido un piloto que hiciera más de 100 puntos en una misma temporada dentro de la Fórmula Uno, es un logro para Checo y para el país. Él demuestra que sí podemos, que somos triunfadores en cualquier parte del mundo, contando con las mismas herramientas que los demás.

“Desde niño nunca se dio por vencido, lo mejor de Sergio aún no lo hemos visto”, advierte.

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