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La práctica de la caminata deportiva en el país tuvo su inicio de cara a los Juegos Olímpicos de México 1968, con los mayores éxitos en los varones, mientras que las damas se quedaron sin llegar al estrellato hasta que apareció, por azares del destino, la imagen triunfadora y gloriosa de la mexiquense María Guadalupe González Romero.
En la historia olímpica están los medallistas “tricolores” José Pedraza, Daniel Bautista, Ernesto Canto, Raúl González –el más grande-, Carlos Mercenario, Joel Sánchez y Bernardo Segura, y otros que se quedaron en el intento de llegar al olimpo como Martín Bermúdez y Daniel García.
Por su parte, las mujeres hicieron varios intentos con Graciela Mendoza como la más cercana, quien fue campeona en los Juegos Panamericanos La Habana 1991, Mar de Plata 1995 y Winnipeg 1999; plata en la Copa Mundial de Caminata 1991, lugar 18 en los Juegos Olímpicos Atlanta 1996 y descalificada en Barcelona 1992 y Sydney 2000.
Así, mientras la mexiquense se retiraba en el 2008, “Lupita” González crecía en Tlalnepantla, donde nació el 9 de enero de 1989, y lo hacía con una pasión por el deporte para ir a dar al boxeo, una disciplina donde las mujeres se abrían las puertas cada vez con mayor frecuencia.
Un día, una esbelta jovencita llegó al ring a entrenar boxeo, se inscribió en el torneo de Guantes de Oro, donde competía en peso paja y para dar el kilaje tenía que tomar litros y litros de agua para dar el peso. “Me veía bien panzona”, recuerda entre risas.
Llegó a la final y días antes de la misma le dijeron que no podía competir porque no daba el peso de forma normal, por lo que no participó, sufriendo de frustración e impotencia para luego arribar en la pista de atletismo y correr los 400 y 800 metros, emulando a su “estrella”, Ana Gabriela Guevara.
Una lesión en la rodilla derecha acabó otra vez con sus sueños; en una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) le dijeron que lo mejor era amputarle la pierna para acabar con la molestia, y otra vez el llanto y la frustración se apoderaron de la mexiquense.
Sin embargo, por azares del destino llegó con el entrenador Juan Hernández, a quien le platicó de su lesión, y por la cual el estratega le recomendó hacer unos ejercicios de caminata para su rehabilitación, gracias a los que mejoró y, al mismo tiempo, se adentró a esta disciplina, la cual no le gustaba.
Ahí empezó el ascenso meteórico de la esbelta, frágil y abnegada deportista, quien se ganó el corazón de millones de personas por desplomarse –a causa de una severa deshidratación- tras cruzar la meta en primer lugar de la prueba de los 20 kilómetros de caminata de los Juegos Panamericanos Toronto 2015.
No obstante lo mejor estaba por venir en 2016, pues el 6 de marzo ganó la etapa del IAAF Race Walking Challenge de Ciudad Juárez, con 1:31:04 horas, y de ahí a la Copa del Mundo de caminata por equipos de Roma, mientras que el 7 de mayo quedó en segundo lugar, con 1:28:37, detrás de la china Hong Liu, con dos segundos menos.
Después, la Federación Internacional de Asociaciones de Atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés) informó que Liu fue descalificada por dopaje y por tanto el triunfo le correspondía a la mexicana María Guadalupe González Romero, quien se convirtió en la primera de su país en ganar un título en esta lid.
Luego de unos días de descanso, la mexiquense empezó su preparación hacia los Juegos Olímpicos de Río 2016, donde siempre estuvo entre las punteras con una gran tenacidad, decisión y técnica depurada para conquistar la medalla de plata.
El 19 de agosto de este año fue un día histórico pues por primera vez una mexicana subió al podio olímpico en caminata, cuyo éxito fue redondo cuando el 25 de ese mismo mes la IAAF informó que “Lupita” fue la mejor andarina del Race Walking Challenge 2016, por lo que se hizo merecedora a un premio de 25 mil dólares.
Las “cerezas en el pastel” fueron el nombramiento de teniente de corbeta de la Secretaría de Marina Armada de México y ser la ganadora del Premio Nacional del Deporte 2016.
Los reflectores cayeron sobre su triunfal figura, su histórico andar y la entrega de su corazón indomable, y, sobre todo, ante un cuerpo convertido en máquina perfecta para dar pasos que la pudieron llevar al oro olímpico, pues es una marchista natural.
En este 2016 también hubo otra mujer que brilló con intensidad, la queretana Ximena Lizbeth Esquivel, quien ganó la medalla de plata en salto de altura en el Campeonato Mundial de Atletismo Sub 20 de Bydgoszcz, Polonia.
El 24 de julio la queretana se enfrentó a la varilla ubicada a un metro y 89 metros de altura, falló los dos primeros intentos y en el tercero superó la barrera para ganar la presea de plata, la primera para México en pruebas de campo en estas lides.
Quien de niña practicó gimnasia y actualmente estudia diseño industrial fue elegida ganadora del Premio Estatal del Deporte 2016 por su histórica medalla.