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Cuando todo parecía indicar que la tarde iba en picada, debido al pobre juego de los toros, Diego Silveti realizó una faena de gran intensidad con un ejemplar manso y huidizo de la ganadería de Santa María de Xalpa al que le cortó una merecida oreja ayer ante una irregular entrada en la Monumental Plaza de México. Las largas arrancadas de un castaño chorreado muy ofensivo por delante hicieron albergar esperanzas en un principio. Sin embargo, el toro pronto se acobardó buscando el refugio de las tablas, donde Silveti logró arrancarle valiosos muletazos. Mató de certera estocada en la suerte de recibir para tocar pelo y convertirse en triunfador absoluto de la jornada. Su primer enemigo no había dado mayores opciones de lucimiento.
Fermín Rivera, quien tomó el lugar del convaleciente Andrés Roca Rey, regresó con su toreo serio y académico, enemigo jurado de los artilugios, pero se estrelló con un lote imposible. Situación parecida debió afrontar el voluntarioso Octavio García “El Payo”.
Se lidiaron cinco toros de gran volumen y trapío de la ganadería de Santa María de Xalpa, que dejaron mucho qué desear, y uno de La Joya, falto de remate, que dio un juego aceptable.