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Madrid.— El Tribunal Constitucional español declaró ayer ilegítima la medida del gobierno catalán de prohibir los toros en su territorio. La prohibición fue aprobada en 2010 por el parlamento de la comunidad autónoma y era una referencia para los antitaurinos del mundo.
El Constitucional concede que Cataluña tiene competencias tanto para regular los espectáculos como para proteger a los animales, por lo que podría prohibir las corridas con el argumento del maltrato. Sin embargo, el Estado considera la tauromaquia patrimonio cultural, y el tribunal estima que Cataluña está invadiendo competencias estatales al anteponer su norma a la general.
“El TC puede decidir lo que quiera, pero nosotros ya decidimos que no habrá corridas de toros en Cataluña”, explica Josep Rull, consejero de Territorio y Sostenibilidad catalán: “El gobierno de Cataluña hará todo lo posible para que las corridas de toros no vuelvan a nuestro país. Estamos hablando de qué tipo de país queremos y queremos un país donde no sea posible hacer un espectáculo público de la muerte y del sufrimiento con un animal. Desplegaremos todos los mecanismos normativos para hacer prevalecer la voluntad del pueblo catalán a través de nuestro parlamento”.
La alcaldesa de Barcelona, la izquierdista Ada Cola, aseguró en la misma línea mediante un mensaje en Twitter que, “diga lo que diga” el Constitucional, su ciudad impedirá “el maltrato a los animales”.
La realidad es que, con o sin prohibición del gobierno de la comunidad, existen muchas trabas para que ésta pueda volver a acoger corridas. Barcelona es la única ciudad catalana que mantiene una plaza en condiciones para organizarlas, pero la ordenanza municipal de 2014 tampoco las permite. El Grupo Balañà, propietario de esta plaza, la Monumental, ha declinado hacer declaraciones sobre sus planes para la infraestructura, que en los últimos cinco años ha albergado circos y mercados. Otras plazas, como la de Tarragona u Olot, se reformaron tras la prohibición y dejaron de contar con enfermería o establos para los animales.
Una de las pocas opciones que les quedaría a los taurinos es utilizar plazas desmontables.