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Entre plata y bronce regresaron, con la promesa cumplida y con la sonrisa acaparando el rostro.
María del Rosario Espinoza, la más seria, la de la experiencia, acostumbrada a estos recibimientos.
Lupita González, tímida, trata de esconderse entre la multitud.
Germán Sánchez es al que se le nota más el cansancio; más de 12 horas de vuelo pesan.
Mientras que Ismael Hernández es quien más sonrisas comparte, y busca con la mirada a sus familiares, a su gente, a su sangre.
La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Secretaría de Marina (Semar), organizaron un gran recibimiento para los medallistas mexicanos en Río de Janeiro. Un mariachi y un grupo veracruzano amenizaron el evento, realizado en la sala de usos múltiples de la terminal 1 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
La música y los recibimientos sonaban en el primer piso, mientras que en la planta baja los demás atletas, los que no consiguieron el metal se conformaban sólo con los abrazos de sus seres queridos y evadían las preguntas acerca del “ya merito” o el “fracaso”, de la falta de apoyos o de la grilla que envuelve al deporte olímpico mexicano.
Germán Sánchez e Ismael Hernández son de los que alzan la voz, y tratan de acallar la polémica que se formó en Río con los dimes y diretes entre el director de la Co-misión Nacional del Deporte, Alfredo Castillo y el presidente del Comité Olímpico Mexicano, Carlos Padilla. Ambos, por cierto, ausentes en el recibimiento.
“Lo que puedo decir es que a mí todas las instancias me apoyaron. La Conade, el COM, el Ejército, todos, no tengo queja en algún sentido”, mencionó el clavadista Germán Sánchez.
Al preguntarle por la posible renuncia de Castillo a la Conade, el llamado “Duva” prefirió esquivar, “la verdad es que yo vengo de un largo viaje, acabo de aterrizar, no me he enterado de nada, no puedo opinar al respecto”.
De la misma forma se expresó el pentatleta Ismael Hernández, “no sabría qué decir, no sabía, estábamos en el vuelo. A mí me han apoyado el Comité Olímpico, la Conade, la Secretaría de Defensa, el Estado, yo no puedo decir que no se me ha apoyado, todo se me ha entregado en tiempo y en forma”.
Los militares muestran orgullosos sus uniformes y se suben al reconocimiento a los atletas. La característica disciplina del Ejército sacó adelante al deporte mexicano.
En la planta baja Paola Espinosa, acostumbrada a los elogios, evade la palabra fracaso... “No lo fue... Di una muy buena competencia. Tienes ojos, la pudiste ver, no puedes llamarle un fracaso. Estoy contenta porque hice una muy buena competencia”, dijo.
Más serio, más humilde, Iván García no puso pretextos a no poder acceder al podio “tengo que aprender de esto... Miren, no es pretexto, pero tengo algunas lesiones. Aprenderé de lo que sucedió y volveré, volveré mucho más fuerte”.
La música del mariachi y los sones veracruzanos no tapan los reproches a los no medallistas que van en busca de un transporte que los lleva a su casa, a olvidarse de este ciclo olímpico.
Mientras, arriba los ganadores disfrutan del momento, de todo lo que significa cargar un metal olímpico en este país.