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adriana.reyes@eluniversal.com.mx
Río de Janeiro.— Aunque por mucho, María Espinoza es la mejor deportista mexicana de la historia, la taekwondoína no siente que su carrera sea perfecta; al contrario, confiesa que todavía tropieza en ocasiones y que tiene mucho que aprender.
“Yo me siento honrada tan sólo por que me comparen con un grande como es Joaquín Capilla. Debo de confesar que he cometido muchos errores en todos los años que tengo como seleccionada, pero todos ellos me han hecho más fuerte. Me siento contenta de que me consideren en ese estatus tan alto, aunque yo nunca busqué hacer historia, simplemente soy una persona que persiguió sus sueños hasta alcanzarlos”, dijo la ganadora de plata en los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro.
La medalla de la sinaloense, quien ayer portó la bandera mexicana en la ceremonia de clausura, se construyó en equipo. Para llegar a la justa brasileña en una mejor forma deportiva y mental que cuando se coronó en Beijing 2008, Espinoza sumó los consejos de todos sus profesores en el tatami.
“Creo que Dios puso a las personas correctas en cada etapa de mi vida. Mi tercera medalla se la debo también al profesor Ireno Vargas, a la profesora Verónica Márquez, a José Luis Onofre, Pedro Gato y, claro, al entrenador Young In Bang. De todos ellos aprendí y si no los hubiera encontrado en mi carrera, quizás no estaría aquí”, confesó.
Un día después de sumar su tercera presea, Espinoza compartió lo difícil que fue perder la disputa por el oro.
“Me siento contenta, eso tiene que quedar claro, pero también tengo que decir que estar en una final y caer es muy complicado. La plata no te sabe igual que un oro, porque yo venía por el primer lugar”.
Aunque durante sus combates mostró un gesto adusto y plenamente concentrado, la taekwondoína confesó que escuchó las porras que venían de la tribuna.
“Siempre trato de centrarme en las peleas y no pensar en nada más, pero en la final viví un momento muy especial cuando escuché que coreaban mi nombre. Me emocioné mucho, pero también pensé en que debería estar tranquila, si no las cosas no saldrían como yo esperaba”.
De su familia, “María Bonita” aprendió que no siempre se gana y por eso ha podido reponerse de golpes como la temprana eliminación del Mundial de Puebla en 2013.
“Desde pequeña me enseñaron que aunque luchemos por lo que queremos, las cosas no siempre salen como las esperamos. Mi padre siempre me dijo que a veces no se puede y que en esas circunstancias también debemos poner una buena cara y seguir adelante”.
La seleccionada ha tenido que reinventarse en múltiples ocasiones debido a los avances tecnológicos en su disciplina.
“Me ha costado mucho mantenerme entre las mejores porque en este ciclo todo cambió. Primero la clasificación fue por ranking y después llegaron los nuevos petos electrónicos con los que ha sido complicado competir”.
—¿Cuál es el siguiente sueño de María cuando ya lo tiene todo?
—Ahorita no tengo algo pensado, no me he planteado una nueva meta, esa es la verdad. Me voy a tomar unas vacaciones, relajarme y pensar qué es lo que quiero, porque también es complicado darle tanta exigencia al cuerpo y la mente.
Todas las medallas de María están celosamente guardadas por su mamá Felícitas.
“Siempre se las doy a ella y las esconde. Las tiene bien guardadas porque incluso cuando van a mi casa familiares o amigos no se las enseña; es como si mis medallas fueran sólo de mi familia”.