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Río de Janeiro.— Los habitantes de Río de Janeiro tienen temor de una crisis económica ante el fin de los Juegos Olímpicos. La vida se ha encarecido por la presencia de la justa, pero después de la clausura, no saben si podrán mantener el nivel de vida que se exige.
Por ejemplo, los taxistas llegan a cobrar hasta 120 reales (720 pesos) por un trayecto que no rebasa los diez minutos. Un pequeño vaso de café vale seis reales (36 pesos) y una comida puede oscilar entre los 80 (480 pesos) y 110 reales (660 pesos). Una botella de agua de 500 mililitros tiene un valor de ocho reales (48 pesos). Precios que pueden llegar a mantenerse porque la inflación está estimada en 8.6 por ciento para este año.
“Ahora, nos ha ido bien, porque hay más gente que viene a consumir, a comer y ver los partidos, las competencias”, refiere Joao Mendes, mesero del restaurante Vovo Tino. “No sabemos cómo vaya a seguir en los próximos días, porque ya no habrá tantos turistas y las personas puede que ya no vengan tan seguido”, añade.
“Han habido muchos más servicios, porque ustedes [periodistas] y otras personas que vinieron nos necesitan para los traslados”, menciona Severino Silva, conductor de un taxi en la sede olímpica. “Después hay riesgos, porque no va a haber tantas dejadas como en el último mes”, advierte.
El ingreso per cápita en Río de Janeiro es de poco más de 400 dólares al mes. En las calles es notorio observar la desigualdad propia de las grandes urbes latinoamericanas. Entre la opulencia de Barra de Tijuca y la pobreza de Ciudad de Dios (una de las favelas más famosas de Brasil) existe un contraste tan evidente que da la impresión de tratarse de dos países distintos. La primera cuenta con hoteles de lujo, calles anchas y medios de transporte adecuados; en la segunda se nota la marginación y el rezago con casas maltrechas, carentes de las condiciones mínimas de vivienda digna.
Incluso, ha habido quejas por parte de los visitantes a la sede olímpica porque los precios son exorbitantes, para adquirir productos cotidianos o el hospedaje, por lo que prefirieron rentar departamentos que por tres semanas desembolsaron, al menos, dos mil 500 dólares.
Según cifras oficiales, la inversión total en infraestructura para organizar la justa veraniega en seis años fue de 12 mil millones de dólares. Sin embargo, el turismo, se calcula, puede sólo aportar unos 400 millones de dólares, que sería menos de la mitad de lo que estaba presupuestado, de acuerdo con la compañía de seguros crediticios, Euler Hermes.
Los pequeños negocios que pudieron haber surgido por los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro tendrán un serio riesgo de desaparecer. La quiebra podría ser inminente en las micro y medianas empresas que se beneficiaron del evento.
“Acoger la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos, uno detrás de otro ha tenido un impacto negativo creciente”, indica la economista Daniela Ordóñez.