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Salvador de Bahía.— Se hacen notar. Portan armas, chalecos antibalas y andan en motocicletas. El convoy de seguridad que resguarda a la Selección Olímpica nunca pierde de vista a sus protegidos.
Los esperan en el lobby del hotel de concentración mexicano. Visten de color café, tiene el rostro rígido, los ojos siempre vigilantes y se muestran claros en sus indicaciones. Los policías son duros, tienen esa fama de Brasil. Tratan de no dejar algún resquicio para que alguien del contingente mexicano esté en peligro.
El ambiente parece en calma. Mas las amenazas terroristas y los antecedentes que se han dado en el mundo recientemente, pone en alerta a los encargados del orden durante los Juegos Olímpicos de Río 2016. Buscan descartar que algún ataque se suscite a cualquiera de los participantes en la justa.
Hablan poco y sólo entre ellos. Ninguno quiere declarar oficialmente. Se limitan a comunicarse entre ellos, a través de radios.