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Cuando a los 21 años una doctora sentenció a Horacio Nava sobre la gravedad de un problema en el corazón, el mundo del marchista mexicano se derrumbó, e incluso hubo varios que lo incitaron al retiro, debido a las consecuencias que seguir practicando dicha disciplina podría traerle.
El shock fue inevitable, el fatalismo se apoderó de su mente, pues además, en ese momento veía cercana la oportunidad de competir en los Juegos Olímpicos de Beijing. La experiencia lo marcó de por vida, pues Horacio tomó la decisión más difícil y optó por entrar al quirófano, pese a lo serio que ello resultaba.
Su mente y corazón no le fallaron, y después de la compleja travesía logró recuperarse para no soltar más la marcha. Hoy, el oriundo de Chihuahua levanta la mano en sus terceros Juegos Olímpicos para la prueba de los 50 kilómetros.
“Mi expectativa es el sueño de estar en un podio olímpico, inicio en el sueño de la marcha por una medalla olímpica, por un mexicano que pudiera ser medallista olímpico y ese es el gran sueño por el que trabajo”.