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La presencia de Usain Bolt en el estadio Olímpico evidencia los problemas de movilidad que tienen los Juegos Olímpicos. Al ser las carreras del jamaicano eventos de alta convocatoria, las calles aledañas al coso se cierran y el transporte es prácticamente nulo para los aficionados y la prensa. Nos cuentan que la escasez de camiones se debe a los conflictos que han tenido las autoridades de Río de Janeiro con los concesionarios que prestan el servicio, porque tampoco le han invertido demasiado. Los bueno para los organizadores es que el certamen ya está por concluir.
Conade y sus trampas
La Conade consiguió acreditaciones para los dirigentes que están en Río a través de medios de comunicación que prácticamente tienen un número ilimitado de credenciales de acceso a los recintos. El Comité Olímpico Internacional suele ser muy estricto en la cantidad de pases que entrega a los organismos nacionales. Si les dicen que sólo les van a dar tres, serán ésas y nada más. Pero la Conade comenzó a respaldar a televisoras con contenido y entrevistas para intercambiarlas por las acreditaciones que finalmente perdieron por grabar y transmitir los eventos.
Reventa, al máximo
Como sucede en los magnos eventos deportivos, la reventa también se hizo presente en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Cerca de los escenarios deportivos se puede ver a decenas de personas deambulando con boletos en las manos. ¿Le faltan? ¿Le sobran? Los más cotizados son para la final de futbol varonil, que están al menos cinco veces más caros que su precio original. En apenas 30 minutos se puede ver cómo los vendedores concretan jugosos tratos con incautos aficionados que pagarían lo que fuera por ver a su equipo al fin con la medalla de oro.