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hector.morales@eluniversal.com
Río de Janeiro.—Rommel Pacheco se mordía los labios cuando estaba por ejecutar su segundo clavado en la final del trampolín de tres metros. En su cabeza seguía el primer salto, que fue desastroso. Se le notaba tenso, desencajado y con la mirada perdida. Volvió a tirarse mal. La medalla se le fue en ese momento.
Par de lances fatídicos. Ejecuciones que le perjudicaron a una de las máximas esperanzas de preseas para México. Los puntajes de 45.90 y 58.50 lo pusieron contra la pared. No se recuperó nunca y perdió toda posibilidad demasiado temprano. Quedó séptimo, con 451.10 unidades. Decepción para el contingente tricolor en Río 2016, que apenas tiene segura una conquista (boxeo).
“Empecé con un clavado así, salí un poco apresurado. Con esas puntuaciones es complicado. La verdad es que estoy un poco triste. Quería poder regalarle a México, a mi familia, una medalla. No me salió, pero no hay nada que se pueda hacer. Me voy de los Olímpicos muy triste”, expresó Pacheco al salir del Centro Acuático Maria Lenk.
“Aquí no puedes fallar ningún clavado, luego fui mejorando, pero los clavados no salieron como los sé hacer. No hay una explicación, así es la competencia. En cada entrenamiento entrego todo para estar en las medallas. Hoy salen bien, en el día importante no salieron como hubiera querido”, lamentó el clavadista.
El día empezó bien para el clavadista de 30 años. En las semifinales tuvo una gran jornada y se ubicó en el segundo lugar para acceder a la última ronda. Las expectativas a tope, en las redes sociales se pensaba que podía ser la gran sorpresa y verlo pelear el metal dorado.
Las tribunas del recinto olímpico estaban con una cantidad considerable de mexicanos que aplaudieron en cuanto vieron a Rommel calentar. Era la competencia de su vida y tiró los peores clavados de su trayectoria.
Tras hilar dos clavados malos se reivindicó y hasta se atrevió a ejecutar uno prácticamente perfecto (96.90). Fue la prueba de su talento, mismo que en el momento cumbre falló. Todo estaba perdido y vuelve a casa sin la medalla prometida.