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Su vida dentro de ese enorme triángulo acuático ha estado marcada por el oro, mas Michael Phelps —el atleta más ganador en la historia del olimpismo— demostró que también sabe reconocer cuando es superado.
Tras realizar un gran esfuerzo para llevarse la plata en los 100 metros mariposa de los XXXI Juegos Olímpicos, igualado con el sudafricano Chad Le Clos y el húngaro Laszlo Cseh, el legendario tritón nadó unos cuantos metros para acercarse y felicitar al singapurense Joseph Schooling, quien acababa de evitar su inmaculado paso dorado por Río de Janeiro. También hizo pedazos el récord olímpico, ese que pertenecía a la laureada “Bala de Baltimore”.
Fue lo de menos para Phelps, cuya cuenta personal de preseas olímpicas ha llegado a 27 (22 de oro, tres de plata y dos de bronce). Hace cuatro años fue segundo en el podio de los 200 metros de esta especialidad, detrás de Le Clos.
Detalle que no pareció importarle. Rindió pleitesía a Schooling, uno de esos innumerables niños que lo tuvieron como ejemplo a seguir. Anoche, en la piscina olímpica carioca, no le dio la más mínima posibilidad.
Gobernó la competencia desde el primer instante. Detuvo el cronómetro en 50 segundos y 39 centésimas. Mejoró por 19 centésimas lo realizado por Phelps hace ocho años en Beijing. Era el tricampeón de la prueba, aunque siempre estuvo consciente que no tenía oportunidad de refrendar la corona.
Estaba fuera del podio a la mitad de la distancia. Fue entonces que aparecieron esa velocidad y talento que lo han hecho mítico. El cierre le bastó para aumentar esa inigualable colección.
Muchos de los asistentes quedaron impávidos ante la supuesta derrota de un hombre para el que no lo fue. Lo dejó claro al dar una palmada con tintes paternales a un chico que pareció disfrutar más ese momento que la histórica victoria que logró.
Tranquilo, Phelps abandonó la piscina, ante la ovación de un público que agradeció el gesto de la leyenda, que podría haber disputado su penúltima competencia olímpica. Si cumple la promesa de decir adiós tras Río 2016, sólo le queda el relevo 4 x 100 metros combinado, la cual disputaría hoy. Está anunciado en el equipo de Estados Unidos.
Hito de Ledecky. Los 100 metros mariposa varonil fueron la única de las cuatro medallas áureas que anoche entregó la natación no ganada por algún atleta estadounidense, aunque lo hecho por Kathleen Ledecky fue histórico.
La chica de 19 años de edad se impuso con gran facilidad en los 800 metros libres. Implantó nuevo récord olímpico y mundial al cronometrar ocho minutos, cuatro segundos y 79 centésimas. La británica Jazz Carlin (plata) y la húngara Boglarka Kapas (bronce) le acompañaron en el podio.
Madeline Dirado se llevó los 200 metros dorso femenino, al imponerse a la húngara Katinka Hosszu —quien era la favorita— y la canadiense Hilary Caldwell. Registró un tiempo de dos minutos, cinco segundos y 99 centésimas.
Anthony Ervin cerró la gran jornada para los nadadores de Estados Unidos al colgarse el oro en los 50 metros libres varonil. La plata fue para el francés Florent Manaudou y el bronce para el estadounidense Nathan Adrian.