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ariel.velazquez@eluniversal.com.mx
Berlín, 8 de agosto de 1936. El polo regresa a los Juegos Olímpicos y Adolf Hitler acude a casi todas las competencias. En césped del Imperial Sports Field, México se enfrenta a Hungría por una presea.
Juan Gracia Zazueta, Antonio Nava Castillo, Alberto Ramos Sesma y Miguel Salvagoitia, hombres que prácticamente nacieron a caballo y con costuras de militar, representan a nuestro país, que por aquel tiempo dirigiera el general Lázaro Cárdenas, quien está al pendiente de la delegación nacional.
México cayó en un encuentro reñido con Gran Bretaña en su debut. Marcador 13-11 para los de la isla. En su segundo choque en la Alemania Nazi, nuestro país es apaleado por Argentina 15-5. Mucha superioridad de los sudamericanos en una disciplina que han dominado a lo largo de la historia.
No queda más que batirse con los húngaros, a los que Hitler detesta. Hungría también ha caído ante Argentina e Inglaterra, el ganador será medallista olímpico. Por lo que arranca el espíritu de combate militar mexicano. A todo galope, los caballos mexicanos devoran la grama al perseguir la bocha –esfera de 78 a 90 milímetros de diámetro y un peso máximo de 135 gramos– cae una y otra vez la meta europea.
El público mayormente alemán está con los mexicanos. Se festeja cada anotación tricolor como si fuera propia.
Alfinio Flores, entrenador, y el veterinario, Alfonso Arabe, ven contentos el desempeño pleno de los jinetes mexicanos.
Ya van 16 anotaciones cuando se extingue el quinto periodo; en el sexto y último tiempo del juego por la medalla de bronce; México 16, Hungría 0.
De la nada, golpes de agotamientos terminan con las patas de los caballos mexicanos que deciden no moverse más. Es suficiente el desgaste para los ejemplares que se plantan imitando una estatua de homenaje. Desesperados, sus jinetes se apearon y comenzaron a jalarles las riendas, pero nada... Queda indefensa la portería mexicana. Anota Hungría (1-16). La conocida aversión del Führer hacia los húngaros no le impide disfrutar de la cómica escena, jalan los jinetes por la cola a sus cabalgaduras, pero nada, otra anotación de Hungría, el asedio es agobiante durante esos minutos finales, pero no permiten los mexicanos un gol más ¡Victoria! ¡Medalla de Bronce!. (16-2); aquellos cuatro titulares de Berlín 1936, murieron ya, pero nadie los olvida.
La selección de polo de Argentina, que ya había ganado una medalla de oro en 1924, volvió a ganarla en Berlín 1936. Sólo se presentaron cinco equipos (Alemania, Argentina, Gran Bretaña, Hungría y México); Estados Unidos, por su lado, una de las potencias del polo, no envió equipo. Manuel Andrada, Roberto Cavanagh, Luis Duggan y Andrés Gazzotti fueron los elementos argentinos.
Gran Bretaña se apoderó de la presea de plata. Desde 1936, el polo no se ha vuelto a disputar en unos Juegos Olímpicos, debido a que el deporte es caro por el número de caballos que se necesitan, además de la compleja logística que se necesita para transportarlos.