Una de las principales exigencias de la FIFA para darle la sede mundialista a un país es que existan seguridad y estabilidad social. México aún tiene que trabajar en el tema, más con el crimen organizado, en una especie de “tregua” en este tipo de eventos.

Gabriel Regino, experto en la materia, expone que, pese a que existe un clima generalizado de violencia en el país, en eventos deportivos como una Copa América o un Mundial, “a los criminales nos les conviene crear disputas, donde la autoridad policial está más pendiente de brindar seguridad a todo el mundo”, refiere.

En 2011, México organizó un Mundial Sub-17, el último torneo FIFA que ha recibido. No hubo contratiempos en cuestión de mantener la integridad física de los involucrados.

El evento se desarrolló con normalidad, tal y como sucedió en los dos Mundiales [1970 y 1986], además de la Copa Confederaciones de 1999, que el país ha organizado. Es decir, no hubo conflictos que lamentar en esas competencias.

“A los criminales les interesaría asistir al estadio en este tipo de competencias. Suelen ser asistentes asiduos porque así lo demuestra la experiencia”, dice Regino.

Incluso evidencia que “muchas veces ha ocurrido que las cámaras toman imágenes de las gradas durante los partidos que son fuera del país y las autoridades se dan cuenta de que tal o cual personaje tiene orden de aprehensión”.

El especialista analiza el contexto actual que vive México en el asunto de la seguridad. Enfatiza que no habría problemas con recibir un torneo de la magnitud de un Mundial, por el reforzamiento de los cercos policiacos.

“Actualmente no existe una batalla o una pugna como se vivía en años anteriores. Las cosas han ido cambiando en el país, aunque no necesariamente para bien”, concluye. 

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