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Ha cristalizado muchos. Así que se podría decir que es experta en concretar sueños. Pero ahora ha conseguido uno más: Lorena Ochoa, la mejor golfista mexicana en la historia, tendrá un campo con su nombre, diseñado por ella, en colaboración con el legendario australiano Greg Norman.
Costa Canuva es un proyecto turístico a desarrollarse en la Riviera Nayarit con una inversión total de 1,800 millones de dólares. Su primera etapa estará lista en 2018. Contempla cinco hoteles de lujo, además de 2,500 unidades residenciales y, por supuesto, un espectacular campo de golf con vista a las paradisiacas playas mexicanas.
A los 34 años de edad, ya retirada, la ex número uno del mundo recibe a EL UNIVERSAL para una charla exclusiva en la Perla Tapatía. Diseñar un campo, dice, es como jugar un torneo: requiere amor, asegura la ganadora de 27 torneos LPGA.
—Esta nueva experiencia de diseñar campos ¿cómo te hace sentir?
—Muy contenta, es para mí algo nuevo, es un reto empezar con el tema de diseños de campo de golf. Muy contenta con la oportunidad de presentar este desarrollo tan bonito de Costa Canuva, sobre todo por la cercanía que tiene con Guadalajara… es un lugar único, estamos felices de presentar el proyecto. Es un reto emocionante empezar a diseñar y poder decir que tengo un campo de golf con mi nombre.
—¿Sientes nostalgia al diseñar un campo de golf, por recordar todo lo que diste a este deporte?
—No, al contrario, es como estar jugando un torneo de golf. Es la emoción de llegar y ver el lugar, caminarlo, como la adrenalina de decir ‘¿aquí qué vamos a lograr? ¿Qué se va a hacer?’. Al contrario, yo sí lo pongo casi como jugar un torneo de golf. Es un reto.
—¿Es también una manera de seguir en contacto con algo a lo que dedicaste gran parte de tu vida?
—Sí, claro. Eso es muy importante, además de que me siento muy orgullosa de decir que tengo un campo de golf que lleva mi nombre y quiero que haya varios en México, pero sobre todo en distintas partes del mundo. Me encantaría que creciera mi marca en el desarrollo de campos de golf. Es un honor poder trabajar con Greg, aprender de él.
—¿Cuál es la mayor enseñanza que te ha dejado Greg?
—Creo que es imposible mencionar solamente una. Ellos me han dado la seguridad de saber que soy una muy buena golfista, que tengo mucho cariño por el juego, por la naturaleza, que lo voy a hacer bien, que lo importante es estar ahí la mayor cantidad de veces posible para caminar, entender, ver cómo se mueve la tierra, por qué tiene que funcionar de cierto modo todo lo que va debajo de un campo de golf y después de ahí ya empiezas a mover un poquito la tierra. Es algo fascinante. Me encantaría estar en la posición de Greg en algunos años y decir tengo muchos campos de golf ya diseñados, porque sí es un nuevo reto.
—¿Qué te inspira para diseñar un campo?
—Me estoy inspirando. Apenas se trazará y voy a elegir lugares donde tenga recuerdos increíbles, de torneos, de bonitas experiencias.
—Desde afuera parecería que diseñar es algo frío, pero ¿esto es algo a lo que también le pusiste amor?
—No es frío y sí es de mucho amor, de mucho cariño. Es como una casa, tienes que pensar cómo quedará, qué habrá alrededor, cómo van a quedar las plantas, trabajar con la naturaleza que hay ahí, no poner cosas artificiales. Sí, van a ver que quedará increíble.