El español Rafael Nadal impuso hoy en los octavos de final de Indian Wells su dureza mental sobre el fervor del alemán Alexander Zverev, a quien derrotó por 6-7(8), 6-0 y 7-5 en dos horas y 35 minutos.
El mallorquín se medirá en cuartos de final al ganador del envite entre John Isner y Kei Nishikori.
Zverev, fantástico durante gran parte del partido, es el tenista más joven que accede a octavos de final en Indian Wells desde que lo lograra Ryan Harrison (también con 18 años) en 2011.
Éste fue el primer duelo de Nadal con el gigante alemán, de 1,98 metros de estatura y número 58 del mundo, a quien el español consideró en la previa "un claro posible número uno en el futuro".
Previamente Zverev había derrotado en el torneo al búlgaro Grigor Dimitrov y el francés Gilles Simon.
Arrancó el balear con un saque de directo que parecía toda una declaración de intenciones. Al grano, sin especulaciones. Pero su rival no tardó en desvelar sus armas, especialmente ese inmaculado e inconmensurable saque.
Tras romper en el quinto juego (3-2) con un impresionante revés cruzado, el alemán provocó los abucheos del público en el estadio 1 de Indian Wells tras sus quejas por la sombra que creaba una de las cámaras aéreas de la televisión. A pesar de la reacción del público, el joven permaneció imperturbable.
Poco después se produjo una situación inusual. Un abuso verbal de Nadal fue penalizado con una advertencia ("warning"), lo que provocó cierta estupefacción en el español. "Es la primera vez en mi carrera", se le acertó a escuchar en su intercambio dialéctico con el juez de silla.
Con 5-3 para el alemán, el balear supo nadar a contracorriente y se hizo con los tres siguientes juegos, aunque sin evitar alcanzar la muerte súbita, donde cayó a pesar de disponer de un par de puntos de set. Especialmente delicado fue perder el segundo de ellos, con saque a favor.
Esa primera manga reflejó el choque directo entre la experiencia y el temple de Nadal frente a la rebeldía y el descaro de Zverev. El paso del tiempo, condensado en una delatadora secuencia.
Nadal, en modo todoterreno, volvió al cemento concentrado y valiente, provocando errores en su contrincante gracias a su paciencia y con golpes que sorprendieron incluso a un rival tan ágil como el de Hamburgo, que encajó en blanco el set en 27 minutos y prácticamente sin luchar las últimas bolas que le lanzaba Nadal.
Zverev optó por guardase todo para el final y le salió bien la jugada, colocándose 2-0 en el tercer set. El ex número uno del mundo sacó su garra y carácter, pero nada resultaba frente al descaro de su oponente (5-2).
Entonces llegó el momento clave. El punto del partido. Zverev, con 5-3 a favor, erró una volea en la red que era un punto de partido. Después, entró en barrena. Acusó mentalmente ese fallo como si de una condena se tratara.
Y Nadal olió la sangre y sacó la magia que aún aguardaba en su buchaca para el momento decisivo.
hgm