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El matador queretano Octavio García ‘El Payo’ cortó dos orejas, una en cada turno, ayer ante una aceptable entrada en la Plaza México. Su actuación estuvo marcada por la entrega y el viril sello del pundonor . El mérito de su esforzada actuación aumenta si consideramos que unos días antes estuvo hospitalizado en condición delicada por una infección en la sangre y las vías urinarias que lo obligó a salirse de la plaza de Guadalajara en plena corrida hace 15 días. Como los dos toros de Barralva que le correspondieron no fueron los más notables del encierro, ‘El Payo’ fue siempre hacia adelante hasta hilvanar dos faenas impotantes. Su segundo toro, muy encastado, le dio dos volteretas escalofriantes, salvándose de milagro de una cornada.

Federico Pizarro alcanzó momento de toreo con solera con que abrió plaza, pero no logró redondear la faena ante un animal noble y de gran calidad en sus embestidas. Saludó desde el tercio. El cuarto de la jornada se agotó pronto y Pizarro no tuvo tela de dónde cortar. Por su parte Diego Urdiales reapareció después de la soberbia actuación de hace 15 días cuando hizo una faena de gran contenido, temple y profundidad a un magnífico toro de Bernaldo de Quirós. Nuevamente admiramos el toreo clásico del riojano, pero esta vez tuvo que echar mano de su gran soporte técnico para lucir, especialmente con su segundo toro, un castaño de gran nervio y poderío cuya bravura seca lo obligó a dar la cara con el valor sereno que le caracteriza. Una pieza de gran mérito, aunque sin la brillantez de la que realizó el 15 de noviembre.

Interesante fue el juego de los toros bien presentados de la ganadería de Barralva, destacando la nobleza del primero, la raza del quinto y la casta del sexto de la función.

Para el próximo domingo, el rejoneador Jorge Hernández Gárate y a pie el Zotoluco, el francés Sebastián Castella y Diego Silveti, con toros de Xajay.

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