Sao Paulo.— El éxito del Gran Premio de México ha traído repercusiones para dos de las pruebas que se corren en el continente: Brasil y Austin.
Para los brasileños, la pasión por la máxima categoría ha venido a menos.
Cuando Lewis Hamilton ganó el Gran Premio de Estados Unidos para asegurar su tercer título de Fórmula Uno, la mayoría de los brasileños escucharon la noticia sólo por 15 segundos durante un partido de futbol transmitido por la emisora líder del país.
Globo rechazó transmitir la carrera en su canal de cable, reflejando que la popularidad de la Fórmula Uno se hunde en un país que alguna vez fue caldo de cultivo.
El Gran Premio de Brasil el domingo pone el declive en el foco de atención.
Brasil ya no tiene a una estrella de F1 a la altura de los tres veces campeones del mundo Ayrton Senna o Nelson Piquet. Senna fue el último monarca brasileño, hace 24 años.
El director comercial de la F1, Bernie Ecclestone, reconoce el problema. Señaló que México podría convertirse en un mercado más lucrativo que Brasil en América Latina.
El brasileño Felipe Massa defendió el entusiasmo en su país, pero hizo referencia al crecimiento de México.
“En definitiva fue lindo ver lo que pasó en México, y eso es lo que la Fórmula Uno necesita” declaró Massa. “Todo el mundo estuvo realmente feliz... por correr en esa atmósfera. Eso necesitamos. Estoy seguro que veremos apoyo en Brasil”
En Austin, el futuro está bajo amenaza porque el gobierno anunció fuertes recortes presupuestales.
El gobierno se había comprometido a dar 25 millones de dólares anuales, pero esa cantidad se reducirá en unos siete millones de dólares para el próximo año.
Otro problema que podría afectar al Gran Premio de Estados Unidos es que muchos mexicanos acudían a esa carrera y ahora se decantarán por la carrera local.
“Para usar un término técnico diré que, estamos fastidiados. Va a ser difícil seguir con la carrera en Austin”, dijo Bobby Epstein, presidente del Circuito de las Americas.