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deportes@eluniversal.com.mx
Jonathan Paredes vivió ayer uno de los días más felices de su vida. Según sus palabras, conseguir una segunda medalla en unos Campeonatos Mundiales representó para él, alcanzar una meta que sólo en sueños había imaginado.
“Puedo decirles que hoy [ayer] es uno de los días más felices en mi carrera y que amo estar compartiendo con las personas que quiero. No puedo creer que nuevamente estuve entre los tres mejores”, dijo el clavadista de altura, tras llevarse la plata en Kazán.
Los últimos tres años, Jonathan se ha consolidado como el mejor exponente nacional desde los 27 metros de altura. Pero su camino no ha sido para nada sencillo.
Paredes practicó saltos ornamentales convencionales sin éxito durante su niñez y parte de su adolescencia. Fue en 2005 cuando recibió la invitación para participar en un show de clavados en La Feria de Chapultepec y la aventura comenzó.
El seleccionado reconoce que se puso nervioso cuando escaló muy alto por primera vez; sin embargo, la adrenalina experimentada al momento del clavado se convirtió en adicción.
En un principio se lanzaba por entretenimiento y para darse algunos caprichos, como ir a comer hamburguesas o comprar un helado.
Los resultados comenzaron a llegar en cascada y fue entonces cuando Paredes decidió tomar en serio la nueva especialidad.
“Hay muy pocas palabras para describir esto. Siento muchísima felicidad, mucha ilusión por tener mi segunda medalla mundial. Sigo sin asimilarlo, pero con el paso de los días creo que voy a poder canalizar esa felicidad para tener mayores logros”, dijo el mexicano, quien logró bronce en la justa del orbe realizada hace un par de años, en Barcelona, España.
No fue complicado el cambio de saltos convencionales a los de altura. Con las bases bien aprendidas el clavadista pronto se acopló a las nuevas reglas.
“La parte más complicada de estar a 27 metros de altura, por ejemplo este día [ayer], fue toda esa presión que tuve por buscar el podio. La verdad que es un gran orgullo el conseguir este resultado”, dijo emocionado.
Jonathan busca también ser una inspiración para las nueva generaciones, ser el pilar de una escuela que genere muchas más satisfacciones
“Espero que esta medalla de plata abra el camino para México y ver si podemos organizar otro evento de dicha magnitud. Me hubiera encantado que Guadalajara 2017 hubiera sido la sede de los Campeonatos Mundiales de Natación, pero ni modo. Iré con todo a Budapest y espero tener mejores resultados”, dijo el mexicano.
Hoy, Jonathan acapara los reflectores, su desempeño fuera del país atrae la atención de los medios y de las autoridades deportivas, que ahora respaldan su carrera.
“Ya marqué una pauta en Barcelona y esta vez en Kazán. Creo que vamos por muy buen camino. El apoyo de mi familia y de los medios de comunicación ha sido fundamental, especialmente cuando no he conseguido las metas que me propongo”.
El respaldo de las autoridades a partir de la medalla de bronce fue mayor. Actualmente Paredes cuenta con casi todo lo necesario para prepararse de forma adecuada con miras a sus próximos compromisos.
“CIMA me está apoyando desde que obtuve la medalla en el Mundial de Barcelona. Lo que sí nos hace falta es infraestructura y conseguir un lugar de 27 metros donde podamos practicar. Sólo se tiene uno por el momento y está en Chiapas, pero deseamos más espacios para entrenar”.
Los saltos de altura son una especialidad que pelea por entrar al programa olímpico.