El suizo Stanislas Wawrinka frustró hoy el sueño del serbio Novak Djokovic de completar el "career" Grand Slam al batirlo por 4-6, 6-4, 6-3 y 6-4 con un tenis de otro mundo en la final del Abierto de Francia.
Wawrinka, que ascenderá mañana del noveno al cuarto lugar del ranking, consiguió el segundo grande de su carrera tras el Abierto de Australia 2014, donde superó al español Rafael Nadal.
Dos títulos de dos finales -ambas ante el número uno del momento-, el currículum de Wawrinka en las finales de Grand Slam está inmaculado. El tenis que desplegó hoy en la arcilla del estadio Philippe Chatrier durante las tres horas y 12 minutos que duró el encuentro fue casi igual de perfecto.
Agresivo, por momentos violento, certero y dominador, Wawrinka aplastó en varias fases del encuentro a Djokovic. El serbio, imponente, vio cómo se esfumaba su gran objetivo de la temporada.
Ganar Roland Garros es casi una obsesión para el número uno: hoy perdió su tercera final y dijo adiós a la posibilidad de convertirse en el octavo hombre de la historia en completar el "career" Grand Slam. Tendrá que esperar, al menos, hasta 2015.
Pero era 2014 el año señalado en rojo. Porque era el gran favorito, porque llegaba en su mejor forma, porque había ganado sus últimos 28 partidos y porque en cuartos había batido al español Rafael Nadal, nueve veces campeón y el hombre que lo había vencido seis veces en París.
Con 30 años y 71 días, se convirtió en el ganador de Roland Garros de más edad desde el ecuatoriano Andrés Gómez, que venció en 1990 con 30 años y 103 días. Además, es el primer tenista que gana el torneo júnior (2003) y el de mayores desde el sueco Mats Wilander en 1988.
Hasta hoy, Wawrinka sólo había ganado una vez al número uno del momento. Fue en la final de Australia 2014 ante Nadal. Hoy fue en otra final, otro escenario grande donde se encumbró a base de atormentar y desquiciar a un Djokovic que llegaba lanzado: 28 victorias seguidas y cinco títulos en el bolsillo en 2015.
El primer juego, con 30-40 para Djokovic, Wawrinka ganó un punto tras un intercambio de 29 golpes. Empezaba con fuerza la final, un choque entre dos tenistas que se llevaron al límite en sus últimos cuatro duelos en Grand Slam, todos decididos en el quinto set.
Djokovic se apuntó desde el minuto al juego de Wawrinka, plano, potente, sin concesiones al rival. Ambos se colocaron lejos de la línea de fondo, y desde ahí intercambiaban pelotas que parecían balas por la velocidad a la que cruzaban la red.
Wawrinka dudó en el séptimo juego -no metió ni un primer saque- y la consecuencia fue un break, suficiente para que Djokovic se apuntara minutos más tarde el primer set. Lo hizo justo después de que Wawrinka salvara dos set points, el primero con un passing de derecha a la línea y otro con un fuerte revés que "Nole" no pudo devolver pegado a la red.
El suizo arrancó con dudas la segunda manga y ya en el primer juego tuvo que salvar una pelota de break. Mantuvieron su saque hasta que Wawrinka, con 5-4, rompió a Djokovic por primera vez haciendo gala de su revés a una mano y de su derecha plana y violenta.
Djokovic no aceptó bien la situación y estrelló su raqueta contra la arcilla. No la rompió, y quizás por ello la volvió a lanzar con furia. Esta vez sí acertó. La rompió y a punto estuvo de golpear al niño recogepelotas que le alcanzaba la toalla justo en ese momento. La presión de los Perry, Bugde, Emerson y compañía pesaban en sus hombros.
Era el mejor momento de Wawrinka, que dispuso incluso de tres pelotas de break en el segundo juego del tercer set. Las salvó todas un Djokovic agresivo, subiendo a la red. En el juego del "palo-palo" no se encontraba "Nole" , que mediado la tercera manga era doblado en winners por su rival (18 por 36) . La estadística final reflejó un 60-30 para el suizo.
Con 3-2 arriba y saque para Djokovic se desató Wawrinka: cuatro winners, tres de ellos a la línea, para romper en blanco a su rival. El número uno no podía creerlo y con los brazos en jarra se preguntaba cómo era posible que su tenis, tan certero durante los últimos meses, estuviera siendo atropellado.
El "show" de Wawrinka no había hecho más que comenzar, parecía decir el propio tenista helvético con un revés paralelo que no pasó la red por encima -sino por el lado- para ponerse 5-2 y 30-0 al resto. No quebró, pero el juego siguiente se lo llevó en blanco.
Contra las cuerdas -tenía que ganar los dos siguientes sets ante un Wawrinka que no cedía un palmo-, Djokovic despertó en el cuarto parcial y llegó al primer descanso con 3-0 en el marcador.
El partido entró entonces en una montaña rusa de emociones. Wawrinka le recuperó el break para colocarse 3-3 y 40-15. Dos pelotas de quiebre que salvó Djokovic. Al juego siguiente fue el suizo el que levantó un 0-40 para empatar 4-4.
Con un revés cruzado ganador que dejó a Djokovic destartalado por el suelo a media pista, Wawrinka se procuró entonces una nueva pelota de break, casi un match point por el momento del partido. Djokovic la salvó, pero concedió otra y Wawrinka lo finquitó con un tremendo revés paralelo.
A las tres horas y cuatro minutos llegó el primer match point. No lo aprovechó Wawrinka, pero el segundo sí. Un revés paralelo marca de la casa y la Copa de los Mosqueteros ya era suya.