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Matías Almeyda caminó apresuradamente hacia el vestuario. Esta vez, no obsequió alguna compasiva mirada a sus futbolistas. Normal. Por primera vez en el Apertura 2017, el campeón prácticamente no tuvo pretextos... Y fue incapaz de sacar las tres unidades.
Eso explicó la ira mostrada por el Pelado. El Guadalajara tuvo ventaja de dos anotaciones, pero el Necaxa nunca se dio por vencido y seis minutos de inspiración le bastaron para sacar una valiosa unidad del estadio Chivas (2-2).
Mazazo para el Rebaño Sagrado, que se mantiene invicto, aunque todavía no gana. Tres puntos en igual número de presentaciones. Es cierto que la hoy llamada Liga MX siempre ofrece incontables rendijas para clasificar a la Fiesta Grande, pero las unidades dejadas en los primeros 270 minutos jugados podrían ser costosas. Sobre todo las de anoche.
Porque el monarca lucía encaminado a un sencillo triunfo de la mano de Rodolfo Pizarro. Parte de la Selección Mexicana que fracasó en la Copa Oro, el atacante tamaulipeco es quien realmente marca la diferencia en el Guadalajara. Quedó claro con el par de jugadas que protagonizó para impulsar la ventaja local.
Primero, se deshizo de la marca del hondureño Brayan Beckeles y metió el servicio que Ángel Zaldívar definió con delicadeza para abrir el marcador (8’).
Iniciaba la fiesta que fue prolongada por el propio Pizarro, tras la equivocación de Jairo González. El lateral izquierdo de los hidrocálidos expuso de más un balón que lucía sencillo y el futbolista diferente de las Chivas lo interceptó en el círculo de la cancha. El resto, una cátedra de conducción, entereza y precisión para disparar. Su ensayo fue incontenible para el meta argentino Marcelo Barovero (19’). En menos de 20 minutos, el equipo que no había recibido tantos en el torneo admitió dos.
Almeyda lucía tranquilo e Ignacio Ambriz resoplaba... Hasta que una de las piezas clave del Guadalajara se equivocó.
Sí, el ariete paraguayo presumió habilidad al deshacerse de la marca del debutante Alejandro Mayorga y el seleccionado Oswaldo Alanís, mas su disparo no era potente. Rodolfo Cota tardó en reaccionar y el esférico entró a la portería de los anfitriones (22’).
Jugada catártica. A partir de entonces, el campeón lució desorientado y el valiente retador listo para asestar un golpe de autoridad.
No tardó demasiado en hacerlo. Al 28’, los Rayos apretaron la salida del Rebaño Sagrado y robaron la pelota en el último tercio del maltratado lienzo verde. La pelota cayó al contención Luis Pérez, quien marcó con un potente derechazo.
Fue entonces que los necaxistas recuperaron la fe y armaron un genuino galimatías para Almeyda y sus futbolistas. Fue indescifrable. Los ingresos de Isaac Brizuela y Javier Eduardo López fueron estériles. El campeón no pierde, aunque tampoco gana, lo que duele a su entrenador.