El monarca da pena. Rayados le pasó por encima, le dejó en harapos con una goleada de escándalo 4-1. Marcador que hasta lució barato para el chiverío.

Guadalajara está irreconocible en el Apertura 2017. La defensa de su corona ha resultado una vergüenza. No hay campeón reconocible, luego de que apenas sumó tres puntos de 12 posibles en el certamen (apenas 25% de efectividad).

La escuadra que dirige Matías Almeyda comenzó a acusar la falta de pretemporada con plantel completo y la baja por una fractura de húmero por parte de Alan Pulido.

Razón por la que los tapatíos se llevaron cuatro anotaciones por cuarta vez al mando del argentino.

Chivas no metió la manos anoche en el estadio BBVA Bancomer. La anotación tempranera de Jair Pereira (2’) resultó un espejismo, al cual los tapatíos sólo lograron aferrarse durante 120 segundos para después desmoronarse irremediablemente.

De inmediato, Celso Ortíz igualó el marcador para los locales y vino la vapuleada contra los rojiblancos (4’).

Zaga del Rebaño Sagrado despedazada y la recuperación de la pelota, prácticamente nula. El Guadalajara jamás pudo contener a un diluvio de llegadas que el trabuco de Rayados generó en el partido.

Deshonra para el campeón
Deshonra para el campeón

Los cartones se mantuvieron igualados hasta los primeros cinco minutos de la segunda mitad.

Vino una anotación de Rogelio Funes Mori, quien empujó el esférico, luego de que la defensiva tapatía quedara totalmente evidenciada en su falta de estructura, que provocó su derrumbe (50’).

Chivas dejó de oponer resistencia. Se vino abajo, el desplome se confirmó, luego de una falta de Carlos Salcido sobre Avilés Hurtado en el área. El penalti cobrado por Dorlan Pabón fue detenido por Cota, pero el rebote le quedó al atacante de Rayados para hacer el tercero (67’).

Almeyda se fue expulsado por reclamos y ya no pudo ver la cuarta anotación. Fue un cabezazo de Hurtado de, ante una tibia marcación defensiva del Guadalajara en un tiro de esquina (70’).

El 4-1 evidenció la carencias del campeón. Un resultado imperdonable para el chiverió. El monarca de México no levanta, no gana, da mucha pena.

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