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edgar.luna@eluniversal.com.mx
El golpe que recibió César Villaluz aquella tarde del domingo 14 de diciembre de 2008, en la final de ese torneo Apertura —entre Toluca y Cruz Azul—, no sólo marcó otro título perdido para los Cementeros, 7-6 en penaltis, sino también la carrera del prospecto campeón del mundo Sub-17 de 2005; después de ese incidente, nada fue igual para él.
“No recuerdo qué pasó en esa jugada”; un golpe artero dentro del área de José Manuel Cruzalta, que rememora César a casi nueve años de distancia, alejado de Cruz Azul y Toluca, que se verán las caras hoy en la fecha cuatro del torneo de Apertura 2017. “Desperté en la ambulancia y en el hospital supe que se había perdido por penaltis”.
Hoy, sin equipo, al futbolista sólo le queda recordar con nostalgia esa tarde en la que estuvo a punto de tocar la gloria. “Muchos dicen que a partir de ahí nunca fui el mismo… Iba por la banda derecha, toqué hacia atrás para [Gerardo] Lugo y corrí al área para que me la regresara, pero antes de que llegara me dieron el golpe”.
De ahí, lo “marcaron”: “No sé, fueron ideas que se formaron los técnicos, la afición. Muchos pensaban que era un tipo encarador y la verdad ese nunca fue mi fuerte o mi característica principal. Luego llegó el profe [Enrique] Meza y su juego era de mucho toque, no de desborde y me comenzaron a ver mal, decían que tenía miedo, que no jugaba igual”.
Si ese golpe se hubiera juzgado de otra manera por Roberto García Orozco, el árbitro central, quizá la historia no sería la misma. “Él pensaba que estaba fingiendo. ¡Cómo voy a fingir si me estaba convulsionando, estaba desmayado! [Gerardo] Torrado, quien fue el que me fue a ver al hospital me contó todo, que [Miguel] Sabah y él le trataban de explicar... ‘cómo va a fingir si no está consciente’. Si lo hubiera marcado otra cosa hubiera pasado, seguro. Ya los habíamos alcanzado [a dos goles]… Luego vinieron los penaltis y ya saben lo que pasó”.
La participación de Villaluz en Cruz Azul disminuyó hasta que dos años después salió de la institución para comenzar un calvario: “Fui a San Luis y cuando me estaba yendo bien me fracturé el peroné, luego me compró Tigres, pero entré en controversia con ellos y me quedé seis meses sin jugar. Luego me fui a Chiapas, que antes era San Luis”.
Después de año y medio en Celaya, en el Ascenso, Villaluz vive del recuerdo, como el de aquella tarde de aquel domingo, donde un golpe cambió un juego, cambió de manos un título y cambió de rumbo una carrera.
“No digo que no haya cometido errores, pero creo que ese aspecto cambió mucho mi carrera”.
Y por cierto, a nueve años casi del incidente, Cruzalta aún no se comunica con Villaluz, para ofrecerle una disculpa.