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ariel.velazquez@eluniversal.com.mx
El estadio Olímpico Benito Juárez se dividió en pasiones. Mezcla de aficionados de Bravos y Chivas que va acorde con la idiosincrasia juarense, ciudad que realiza su vida entre dos banderas.
En la cancha, el resultado no tiene medias tintas. Victoria del campeón copero Chivas (0-1). No desplegó el futbol que le gusta a su afición, pero fue suficiente para vencer a un equipo que aspira —en el corto tiempo— a jugar en la Primera División.
Cuarta victoria para los rojiblancos en el corto historial que mantienen con la franquicia de expansión. Las Chivas perdieron en el Clausura 2016 por la mínima diferencia. Mismo resultado con el que se marchan a encarar el compromiso de Liga contra el Monterrey, pasado mañana en el estadio BBVA Bancomer.
El Guadalajara es dueño de la pelota en los primeros minutos. Intenta hilvanar al menos tres pases consecutivos, pero siempre un jugador de los Bravos sale del fondo para defender su arco.
Pasando los primeros 10 minutos, que prácticamente sirvieron de calentamiento, las Chivas imponen pasó de campeón y una jugada que inició por el sector izquierdo termina en gol.
El lateral izquierdo Manuel Mayorga rompe su primer plano de responsabilidad y, en tres cuartos de cancha, centra. El portero Guillermo Iriarte pierde un tiempo en un partido en el que no valen pestañeos, y José Juan Macías en remate de derecha marca la anotación del Guadalajara, al 11’.
Matías Almeyda, quien se mantuvo de pie desde el principio del partido, se relame el cabello y adopta posición de cuclillas.
Así, desde esa posición, el director técnico ve cómo el juego de su equipo se va hacia abajo.
Los Bravos, como lo marca la pauta juarense, empiezan a remar contra corriente. Es una situación cultural. El equipo podrá ganar o perder, pero nunca se le perdona dejar de luchar.
El mote fue puesto por consenso de la población y se aferran a esa bravura para tratar de emparejar el marcador a como dé lugar.
A un minuto del final del primer tiempo, el capitán de FC Juárez, Elson Días Junior —con disparo de larga distancia— saca el rosario de los fanáticos rojiblancos, quienes suspiran al ver pasar el balón por un costado del marco.
Los Bravos no cesaron en intentarlo en la segunda mitad, pero escasean de la calidad de un jugador de Primera División. El empate se les escapó de las manos, pero su pensamiento está puesto ascender. La Copa, puede esperar.