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ramon.trevino@clabsa.com.mx
Los dirigentes de la Liga mexicana venden las fuerzas básicas como la brillante solución para mejorar el futbol nacional.
Sin embargo, cuando las oportunidades llegan, los procesos no se respetan.
Para Raúl Gutiérrez, entrenador del Atlante, los jugadores no reciben un desarrollo absoluto.
Cuando un muchacho empieza a participar en el primer equipo, se adapta. Obviamente, si el club lo cobija”, explica vía telefónica. “Los procesos no son los completos”, agrega el timonel.
En comparación con los juveniles europeos, el Potro comenta que los trabajos que reciben tienen un seguimiento mejor desarrollado, sin importar la nacionalidad.
“Tiene que ver con la geografía. Sean promesa o no, están siempre en un nivel futbolístico que los obliga a ser mejores”, dice el estratega campeón del mundo Sub-17.
En el balompié tricolor, muchos equipos optan con mandar a los jóvenes a otros clubes de Primera División o a la Liga de Ascenso, pero muchos son dejados en el olvido y no regresan a sus orígenes.
“En esos casos, los jugadores necesitan tener un monitoreo para que puedan regresar o se conviertan en figuras de calidad. Ese puede ser otro tipo de desarrollo”, dice Gutiérrez.
En el caso de promotores, el estratega azulgrana opina que sí hay aquellos que ven primero por los intereses del futbolista, “otros no tanto y otros ni se dan cuenta de lo que pasa. Hay de todo”.
El Potro concluye que hay extranjeros que solamente vienen a México de vacaciones y a cobrar por su nombre. Pero los que vienen a aportar su nivel, siempre serán bien recibidos”.