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edgar.luna@eluniversal.com.mx
De ocho participantes en la Copa Confederaciones, México quedó en el cuarto, superando a equipos como Rusia, Nueva Zelanda, Camerún y Australia. Nada digno que presumir a casa y menos la forma en que todo terminó.
La forma en que se cayó ante Portugal en el juego por el tercer lugar puede verse desde dos vertientes. La fácil: se llevó al campeón de Europa hasta el tiempo extra… Y la realista en la que se debe analizar a fondo y comprender que el equipo al mando de Juan Carlos Osorio nunca alcanzó el esplendor en la Copa.
Con el gol de Luis Neto (54’) en contra, México se vio mejor, pero no lo suficiente para evitar llegada tras llegada, agrandando la figura del portero Guillermo Ochoa, hasta que apareció Miguel Layún.
Al minuto 90, el defensor mexicano se puso a competir en donde no podía contra Pepe: en el terreno físico. El central, con total facilidad, lo desplazó y empató.
Ya en el tiempo extra, otra vez Layún “tuvo la culpa”, cometió una mano al tratar de evitar un “sombrerito” y se marcó el penalti que Adrien Silva hizo gol.
Vino la vorágine. Héctor Moreno, quien minutos antes debió ser expulsado por una plancha, cayó en el área lusitana y se pidió penalti. Esta vez el árbitro de Arabia Saudita no quiso revisar en el VAR lo que provocó que Osorio casi le comiera la oreja al asistente uno y se fuera expulsado, tornando más agria la derrota y no oculta lo que fue el torneo para México: de regular a malo.