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Esta noche se pareció mucho a una que se vivió en Santa Clara, California, hace poco más de un año. En ese entonces, la Selección Nacional llegaba a enfrentarse a un equipo de élite, como Chile, ilusionada, dispuesta, y se topó con su dura realidad.

Ahora se topó con Alemania.

Si se dice que fue el equipo A germano contra el que se perdió, el marcador es normal; si se dice que fue contra el B, será más humillante. Al final, el resultado es el mismo, allá en Santa Clara y aquí en Sochi: eliminados y humillados.

¿Qué Juan Carlos Osorio no aprendió nada en este año y días? Parece que no y no son las rotaciones.

La cuestión es no estar consciente de la realidad en que se vive. México desde la llegada del colombiano ha tenido buenos lapsos de partido, pero ninguno completo, de principio a fin, nunca ha sido excelente. Así no se puede competir con la élite.

El nivel mostrado ha servido para calificar caminando a la Copa del Mundo, para pasar sobre equipos de medianos para abajo (los de Concacaf, Nueva Zelanda o Rusia), y competirle a cuadros de categoría.

El México de Osorio está hecho para contender con las mejores intenciones, pero no para ganar los partidos importantes, punto.

Echarle la culpa a las rotaciones es lo más sencillo, también culpar a Oswaldo Alanís, quien jugó mal como lateral izquierdo; el verdadero culpable es el sistema que se empeña a utilizar el colombiano, una necia soberbia de ir hacia el frente sin importar a quien tenga de rival. A los ocho minutos, Alemania leyó el parado de México, se dio cuenta de que al presionar a Héctor Herrera se descubría el mediocampo, los centrales estarían mal colocados y Guillermo Ochoa sería abandonado.

Consecuencia: 2-0 con goles de Leon Goretzka y el juego estaba decidido. El marcador, más que merecido y las críticas a Osorio también. Sobre todo por cosas como dejar en la banca a Carlos Vela. Ya con el 3-0 en contra, gol de Timo Werner en otra descolgada, vinieron los mejores momentos del Tri junto al golazo de Marco Fabián. El 4-1 sólo fue consecuencia de los últimos actos.

El partido por el tercer lugar ante un Portugal sin Cristiano Ronaldo sabe a poco. Habrá quien diga que se avanzó cuando en la pasada Confederaciones no se calificó a semifinales, pero el proceso de Osorio dio unos pasos atrás. Un golpe de realidad que debe hacer al técnico nacional replantearse algunos puntos en su librito o en su libreta. Porque con esta letra muerta, no se va a ninguna parte.

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