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La frialdad de los números indica que Juan Carlos Osorio ha tenido una gestión prácticamente impecable como técnico del Tri.
Pero 80.2% de efectividad que tiene el colombiano como seleccionador mexicano contrasta con lo que se ve en la cancha: un equipo camaleónico, que cambia de alineación en todos los partidos y que perdió 7-0 ante Chile en la Copa América Centenario en 2016.
Por eso, Osorio divide opiniones entre los críticos del futbol, pese a que tiene a México en las semifinales de la Copa Confederaciones, instancia en la que enfrentará a Alemania el jueves.
Incluso en las televisoras que transmiten sus partidos. En una, el respaldo es total. En la otra, la crítica es una constante durante cada duelo.
“Los jugadores han mostrado mucho respeto a su Selección, han sacado a flote al equipo”, resalta Manuel Lapuente, campeón de la Confederaciones con el cuadro nacional en 1999.
[Osorio no convence por la rotaciones] nada más, no hay otra. Releva a ocho jugadores, pese al gran partido contra Portugal. ¿Para qué nos viene con el cuento de que hay que cambiar a los jugadores? No soy nuevo en el futbol; cuando hace los cambios, se descompone todo”, fustiga el estratega.
Paco Villa, narrador de Univisión, considera que “no gustan las rotaciones por el antecedente de la Copa América. Un 0-7 pesa mucho”.
“La improvisación en puestos, como usar centrales de laterales, son las principales dudas. Pero el trabajo del entrenador hay que calificarlo como muy bueno, por los resultados”, reseña el comentarista de TDN, Jorge Sánchez.
Las críticas que se ha llevado Osorio durante su gestión por parte de ex selecionadores “grillos”, “no se valen”, según el analista de TV Azteca Antonio Carlos Santos. Aunque aclara que el timonel nacional “se está equivocando en manejar su titularidad”.
Martín del Palacio, periodista deportivo, atribuye los señalamientos al colombiano a “la relación conflictiva que tenemos los mexicanos hacia la autoridad. Pasa un poco como con el Presidente de la República. Estamos constantemente esperando al mesías “que llegue el bueno”, a sacarnos de nuestros problemas sin darnos cuenta que los problemas estructurales van mucho más allá”.