Óscar Pérez nació cementero, y su destino era acabar ahí su carrera, en Cruz Azul.

Mas en el futbol la palabra gratitud no tiene significado, al portero no le permitieron retirarse en La Máquina, lo hicieron emigrar de club en club, pero él esperó pacientemente hasta que llegó su venganza y Cruz Azul por sexto torneo consecutivo está fuera de la Liguilla.

El “Conejo” los echó.

Último minuto de tiempo agregado. La Máquina le ganaba 2-1 a los Tuzos y con eso mantenía sus esperanzas de clasificar, pero la maldición de los últimos instantes estaba más presente que nunca para los azules. A pesar de la bruja.

Tiro de esquina a favor de Pachuca, todos los zagueros celestes marcaban a los delanteros y “grandotes” de los Tuzos, menos al más chaparrito. El balón voló al área, cortó el aire y fue a dar a la cabeza calva de Óscar Pérez, quien lo conectó con tanta fuerza que le dobló las manos a José de Jesús Corona, al que por segunda ocasión lo “vacunó”.

La venganza del “Conejo”
La venganza del “Conejo”

Fue en el torneo de Apertura de 2006, Cruz Azul perdía 0-1 ante Tecos y en el último minuto el “Conejo” se fue en busca del remate milagroso, lo conectó con la cabeza y empató.

Otra vez lo consiguió.

Y Cruz Azul vivió la historia de siempre, pero ahora escrita de una forma inédita, por el jugador que se niega a retirarse, que era su símbolo y ahora es su verdugo.

La Máquina ya no alcanzará los 22 puntos, ya no alcanzará Liguilla. El fracaso de siempre que se ha vuelto costumbre y al que parece no le duele a su directiva, pero sí a su afición que de nueva cuenta ha vuelto a ser humillada, se ha consumado.

Pachuca se fue arriba en el marcador con gol de Franco Jara, que no debió contar por estar adelantado. Los Cementeros empataron con un tanto de Richard Ruiz, quien con un cabezazo bombeado sorprendió al “Conejo” y enseguida Martín Cauteruccio de penalti anotó su primer tanto en el torneo.

Pero faltaba “el momento Cruz Azul”, ese que siempre llega al final de los partidos, y este llegó de la cabeza del “Conejo”, de Óscar Pérez, ese que saltaba en La Noria, y sufría más que nadie las derrotas, su último portero campeón en aquel lejano Invierno de 1997, y que ahora los eliminó.

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