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Mandíbulas apretadas, piernas que se tardan en responder, cólera a flor de piel y mucha angustia. El futbol no siempre es alegría y desahogo para quienes lo practican, no cuando su calidad de vida y orgullo están de por medio.
Escenario al que se enfrentan quienes militan en Morelia, Chiapas y Veracruz, clubes que sostienen partidos de tiempo completo, dentro y fuera del lienzo verde, incluso con sus familias.
Son las inevitables causas de la lucha por no descender.
Ingredientes que suelen pasar desapercibidos para quienes no están dentro del campo, pero son determinantes en los jugadores, a quienes el entorno suele provocarles angustia y temor a cometer errores que pueden marcar la diferencia entre vivir o morir. Para muestra, las diferencias entre el entrenador Sergio Bueno y los futbolistas de los Jaguares.
“Principalmente, la emoción que ellos sienten ahorita es miedo. No tanto porque sean temerosos, y no quiero que se malinterprete esto del miedo, que es muy diferente a la definición de este concepto”, aclara el psicólogo del deporte, Akira Esqueda, entrevistado vía telefónica. “Emocionalmente, el miedo es definido como movimientos impulsivos que no tienen certeza. Sienten miedo porque no tienen la certeza de si se van a quedar [en la hoy llamada Liga MX]”.
“Esta incertidumbre va a generar un sentimiento de ansiedad, el cual se va a traducir principalmente en conductas impulsivas y explosivas, por lo que todos los equipos que están jugando el no descenso, normalmente se desesperan muy rápido, atacan intensamente, sus partidos son muy trabados...”.
Aunque existen comportamientos que van más allá del campo. El círculo cercano también sufre.
“Debe ser complicado, porque llegas a tu casa, tienes familia, un hijo, sienten tu vibra de estar luchando para no bajar, luchando contra otra familia que pasa lo mismo”, comparte el ex volante chileno Juan Carlos Vera, quien descendió de Segunda a Tercera División con Unión La Calera de su país. “Es complicado estar en los últimos lugares... Atrás de ti está tu familia”.
“Llegas a comer y estás amargado porque te echaron del partido, volvieron a perder. Los dirigentes ponen presión y la afición está desesperada. Es una vida complicada”.
Con la que debes lidiar, aunado a la de por sí alta competencia que exige el balompié profesional. A falta de dos encuentros, los Tiburones Rojos y los Jaguares controlan su destino, pero sólo tienen dos y una unidad de ventaja sobre los Monarcas, respectivamente.
“Los jugadores antes que todo son seres humanos, y expresan su preocupación de diferentes maneras”, subraya Héctor Hugo Eugui, quien descendió al frente de los Estudiantes-Tecos en el Clausura 2012. “Sin duda, el descenso es una preocupación que le pega a todos...”.