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hector.morales@eluniversal.com.mx
América se convirtió en un muro. Una fortaleza indestructible construida por el lavolpismo actual. Nada la penetra.
Símbolo inequívoco de lo que es su actual entrenador. A partir de la muralla defensiva, el americanismo gestó una nueva alegría. El cero atrás en el Azteca permitió el triunfo amarillo por la mínima diferencia sobre el Querétaro, gracias al gol de Silvio Romero.
Vuelo impresionante del águila si se mira a los números. Séptimo partido sin perder, 24 puntos cosechados, 540 minutos con su meta inmaculada en en el Coloso de Santa Úrsula. Por si fuera poco, rompió una racha de siete encuentros sin vencer a los Gallos Blancos.
La fórmula “bigotona” ha sido exitosa en Coapa. Mucho más de quienes esperaban su fracaso.
Fue una versión mucho más agradable del América en la primera parte. Se atrevió a atacar, en cuanto vio que los Gallos Blancos estaban atemorizados por pisar el Coloso de Santa Úrsula. En dos minutos, Silvio Romero puso una pelota en el travesaño y Paul Aguilar obligó a Tiago Volpi a lanzarse para evitar el primer gol americanista.
Inercia que intentó neutralizar Querétaro sin éxito. De no ser por un error del árbitro asistente, Christian Espinoza, los azulcremas se hubieran ido en ventaja desde el minuto 20. En ese instante, Oribe Peralta había rematado con una especie de rabona un servicio por abajo y anidó el esférico. Oh, sorpresa, el abanderado marcó una posición adelantada inexistente, que impidió la diana del “Cepillo”. Ricardo La Volpe manoteó en señal de reclamo. Esa pifia arbitral lleno de coraje a los americanistas.
El partido comenzó a trabarse en la mitad de la cancha. Se hizo tedioso. El aburrimiento comenzaba a amenazar al Coloso de Santa Úrsula. En ese momento algunos aficionados se dieron tiempo de ver en sus celulares que el ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, había sido detenido en Guatemala. Mas ese tema político no distrajo lo suficiente a la fanaticada capitalina, pues los amarillos se hicieron de la pelota y generaron mayor peligro. Más de lo acostumbrado.
En un desborde individual, el “Chino” Romero taladró la defensa de Gallos y cuando el argentino vio la salida de Volpi, definió con una “vaselina” (42’) para que explotara el Azteca y se impusiera la justicia en el marcador.
Querétaro dio señales de vida hasta que arrancó la segunda mitad. Tuvo llegadas que desperdició y entregó de manera increíble con facilidad al “invencible” Agustín Marchesín, al que no le anotan en el Estadio Azteca.
El cuadro amarillo se dedicó a contener los intentos de embates de la visita y apostó por los contragolpes que pudieran gestar los veloces Michael Arroyo, Oribe Peralta y el ingresado Carlos Darwin Quintero.
Gallos encontró la manera de bombardear el arco americanista. Édgar Benítez puso el balón en el poste, con una presunta falta previa, que parecía penalti sobre Luis Miguel Noriega.
América resistió. Apeló a su muralla y gracias a ésta, la fanaticada azulcrema puede sentirse muy cerca de su Liguilla 11 consecutiva.