¿Viaje de empresa? ¿Visita de placer? ¿Partido amistoso? No, el Bayern Munich no quería oír nada de eso antes de su viaje a Londres para jugar contra el Arsenal la vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones, pese a que cuenta con una ventaja de 5-1.

Y el principal motivo para eso es la experiencia vital de su entrenador, Carlo Ancelotti, presente en el banquillo perdedor de algunas de las remontadas más inesperadas de la historia de la Champions.

“Esto no es una excursión, sino la Liga de Campeones. La puerta está abierta, pero ahora tenemos que jugar con seriedad y respeto”, advirtió el jefe de la junta directiva, Karl-Heinz Rummenigge, antes de subir al avión que lo llevaría de Munich a Londres.

El equipo inglés, dirigido por un cada vez más criticado Arsene Wenger, no parece suponer en la situación actual una seria amenaza para el Bayern. El técnico francés aseguró además que no cree que el alemán Mesut Özil, ausente ya por enfermedad en la derrota por 3-1 del sábado ante el Liverpool, se recupere a tiempo para el partido. “No es una situación ideal, pero vamos a darnos a nosotros mismos una oportunidad”, dijo no obstante Wenger.

Ancelotti sólo necesita mirar atrás para encontrar advertencias en dos noches negras en su carrera en Europa. En 2004, el Milan cayó en cuartos de final frente al Deportivo de La Coruña tras ganar 4-1 en la ida. En España perdió por 4-0, en lo que es la mayor remontada en la máxima categoría del futbol continental.

Un año después le siguió la pesadilla 2: en la final de Estambul contra el Liverpool, el Milan de Ancelotti vencía al descanso por un 3-0 que parecía insuperable. Pero los ingleses lograron empatar con una espectacular reacción en la segunda mitad y se impusieron luego en los penaltis. “Carlo lo hará para que no vivamos ninguna La Coruña o Estambul”, dijo Rummenigge, confiado en su entrenador jefe.

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