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De pie, al filo de la zona técnica, Francisco Jémez permaneció impávido, prácticamente congelado, tras el silabatazo final. Sí, su Máquina ofreció resistencia a un genuino peso completo, lo dominó durante gran parte del duelo, pero volvió a ser incapaz de triunfar.

Dolorosa reminiscencia para el Cruz Azul, al que la igualada con los campeones Tigres (0-0) sabe a muy poco. El punto también es amargo para los regiomontanos, aunque éstos parecieron conformes durante los minutos finales, esos en los que el pueblo celeste soñó con una historia de feliz desenlace. No fue así.

Nueva tarde de decepción en la antigua Ciudad de los Deportes. Los Cementeros llegaron con tres victorias consecutivas entre Liga y Copa, mas no pudieron descifrar el galimatías preparado por Ricardo Ferretti, quien expulsó ira desde un palco. Todavía pagó la suspensión por aquel berrinche durante la batalla campal en Veracruz de hace unas semanas.

Eso no impidió que mostrara su furia por la falta de sincronía ofensiva de los Tigres, falencia bastante similar a la del Cruz Azul, cuyo estratega calificó a los norteños como el “test ideal”. Lo habría aprobado con una pizca de contundencia.

Aporte que debió otorgar Martín Cauteruccio. El ariete charrúa venía de firmar un triplete contra Santos en la Copa, mas sigue sin estrenarse en la Liga. Su triste actuación culminó con una lesión que le obligó a ser sustituido por Jorge Benítez.

Atropellado duelo marcado por la impotencia cementera y la cautela del monarca. Par de equipos con importantes falencias que se alejaron un poquito más de la Liguilla.

No fueron los únicos que quedaron a deber. El silbante Fernando Hernández, quien habitó el ojo del huracán tras recibir aquel cabezazo del defensa americanista Pablo Aguilar que provocó la suspensión de un año para el guaraní, previa huelga de los árbitros, tuvo una polémica actuación. Al 49’, el defensa Alfonso “Chaka” Rodríguez pareció cometer un penalti sobre Christian Giménez. No lo señaló.

Detalle que no pasó por alto la multitud. Casi 30 mil aficionados llenaron el estadio Azul. Hubo simulacro de “invasión” felina, pero la mayoría de las elásticas fueron celestes. Nadie celebró. El punto dolió a ambos conjuntos.

Los Tigres volvieron a ingeniárselas para salir con vida del hogar celeste. Sólo han perdido en una de sus más recientes cinco visitas (dos victorias y dos empates), además de que suman 436 minutos sin recibir tantos cruzazulinos.

Los Cementeros se quedaron con las ganas de hilar triunfos en la Liga. No lo hacen desde agosto de 2015, cuando se impusieron al Guadalajara (1-0) y después al León (2-0). No lo consiguen como locales desde febrero del año anterior. Datos que reflejan la irregularidad de un equipo que volvió a entregarse en pos del triunfo, aunque no lo logró.

Eso explicó la desilusión irradiada por Jémez cuando la batalla terminó. La matemática tiene con vida al Cruz Azul, pero la unidad conseguida frente a los monarcas le dolió. A los Tigres tampoco les sirvió de mucho, pero da la impresión de que confían demasiado en que, tarde o temprano, despertarán.

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