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El Sevilla intentará defender el 2-1 en la ida de octavos de final de la Liga de Campeones, pero lo hará sumido en sus peores sensaciones de la temporada y ante un Leicester, por contra, resurgido de su depresión tras la marcha de Claudio Ranieri.
Precisamente, después del partido en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán, el club británico anunció la destitución del director técnico italiano, con el que nueve meses antes se había proclamado campeón de la Premier League, y su sustitución por Craig Shakespeare, ayudante hasta entonces. Con él suma dos triunfos consecutivos, que le han alejado del descenso en el torneo doméstico.
Con ese resurgir del rival, que ha tenido además una semana de descanso al aplazarse su partido liguero frente al Arsenal, el Sevilla llega a la ciudad inglesa en su peor momento del curso; no por los resultados, pues lleva ocho partidos seguidos sin perder —siete en La Liga y la ida de la Champions—, pero sí por su falta de claridad en la creación de juego y las lagunas en la zona de defensa.
También es verdad que, aunque no se ha querido reconocer abiertamente, desde que se disputó la ida de estos octavos de final de la Champions, la plantilla y su cuerpo técnico siempre han mirado de reojo a la cita de hoy.
Ante el Leganés, el entrenador sevillista, el argentino Jorge Sampaoli, reservó a hombres clave como los defensas argentinos Nico Pareja y Gabriel Mercado, así como el volante galo Samir Nasri; además, el extremo Víctor Machín tampoco jugó por sanción.
Por su parte, el Leicester llega al duelo en un momento dulce, puesto que suma dos victorias consecutivas —sobre Liverpool (3-1) y Hull City (3-1)—, con las que ha tomado distancia al descenso, y con el convencimiento de remontar para seguir haciendo historia en la Champions. Ya sin el polifacético Ranieri en el banquillo, pero con Shakespeare, los Foxes se parecen más al equipo que asombró al mundo.