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México abrió el año con una insípida victoria de 1-0 sobre Islandia, en duelo amistoso celebrado en el Sam Boyd Stadium de esta ciudad.

El calificativo de “molero” quedó como anillo al dedo a este juego, porque fuera de que la actuación de los jugadores mexicanos fue a todas luces comprometida, con ganas de mostrarse al cuerpo técnico para lograr espacio en futuras convocatorias, el rival se mostró insípido, inoperante, lo que ensució el juego volviéndolo nada agradable, muy aburrido, aunque el único gol del partido fue como una manifestación contra el odio desatado por Trump, situación que también provocó prostestas en el interior y el exterior del estadio.

Incluso una piñata con la figura del mandatario estadounidense fue alegremente pateada por aficionados mexicanos.

Es un triunfo que sólo sirve para las estadísticas y para calmar los ánimos de los mexicanos que viven en Estados Unidos, que ven en el Tricolor la forma de desahogar toda la tensión que llevan consigo desde que Trump asumió la presidencia. Al final, nada de redadas, nada de capturas, sólo manifestaciones y gritos aislados, como el del gol de Alan Pulido, que ayudó a sumar un triunfo más a la era de Juan Carlos Osorio, que ahora deberá volver a preocuparse en lo más importante, que es la clasificación a la Copa del Mundo de Rusia en 2018.

Jürgen Damm es quien mejor entiende su labor en la cancha. Tiene que jugar pegado a la línea y desbordar. Lo intenta una vez y es derrotado, más no así en la segunda, tercera y cuarta. De sus botines salen los centros para los remates de Jesús Molina, Jesús Gallardo y Alan Pulido.

Después de una increíble falla de Pulido, en un mano a mano con el portero nórdico, el delantero de Guadalajara se redime y a centro de Giovani dos Santos por la derecha, remata con la cabeza para anotar el único gol del partido.

Pulido no anotaba en el Tri desde los juegos de preparación hacia el Mundial de 2014.

Después del gol, los islandeses se soltaron un poco más, lo que produjo ciertos apuros en la línea de tres mexicana comandada por Rafa Márquez, siempre bien ubicado, siempre liderando, pero que a la hora de encarar en velocidad era derrotado, junto con Néstor Araujo y Oswaldo Alanís.

Ahí era cuando la velocidad de Damm y Jesús Gallardo aparecía realizando relevos importantes.

La debilidad del rival hizo que Osorio se dedicara en el segundo tiempo a hacer todo tipo de cambios. Debutó a Luis Reyes y cuando Rafa Márquez presentó molestias, lo relevó por Hugo Ayala. Como no había peligro en defensa, también se dio la presentación del americanista Edson Álvarez.

Ya Islandia no pasó ni de la media cancha, y México, más allá de hacer valer el dominio, se estrelló una y otra vez en la muralla vikinga.

Los talentosos fueron los que se soltaron el pelo: Orbelín Pineda, Hirving Lozano y Luis Montes, intentaron cambiar la cara a un juego que no ofreció más que buenas intenciones de parte del Tri, porque los de Islandia, al verse tan superados, sacaron el “hacha”, tanto, que mandaron lesionado a la banca a Pulido.

En los últimos minutos, el juego se abrió. A Pineda se le cometió penalti, pero el árbitro, Jair Marrufo, muy en su nivel, no lo marcó. El “Chucky”, otra vez pateado hasta el cansancio, jugó de centro delantero y falló una opción clarísima de gol.

El triunfo es lo rescatable en el primer juego del año de la Selección en Estados Unidos, un país que es la segunda casa del Tri, donde viven la mayor parte de sus aficionados, fanáticos que rezan porque no les quiten sus pertenencias, sus casas, su orgullo. Y, claro, también, que les dejen gritar gol en el vecino país.

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