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El modesto Alavés se clasificó por primera vez en sus 96 años de existencia para la final de la Copa del Rey al vencer por 1-0 al Celta de Vigo, gracias a un gol de Édgar, a ocho minutos del final.
Fue un encuentro épico entre dos equipos pequeños que lucharon por ocupar un lugar entre los grandes. El empate sin goles de la ida dejó todo para el duelo de Mendizorroza y el equipo de Mauricio Pellegrino, un recién ascendido, triunfó en el partido definitivo, porque supo imponer su estilo sobre el del Celta.
La tensión se palpó desde el comienzo. Dos equipos buscaban el hito de la final y no se guardaron nada. Cada uno con sus armas, los dos quisieron ser fieles a sus respectivos estilos y lo cierto es que ambos tuvieron buenas oportunidades.
El Alavés comenzó muy fuerte, intentando imponer su condición de local. Gaizka Toquero y Deyverson tuvieron las primeras ocasiones, pero el Celta respondió con una mejor que aquellas dos gracias a un magnífico movimiento de Aspas que se encontró con la excelente intervención de Fernando Pacheco, una de las grandes revelaciones de la temporada.
Poco a poco, el Celta fue imponiendo su futbol de toque, una vez que pasó la efervescente salida del Alavés. El conjunto de Berizzo serenó su juego y comenzó a combinar, intentando acaparar la posesión, algo que tampoco disgustó a su rival. Entonces el encuentro pasó a ser el inicialmente esperado, con un Celta mandando y un Alavés esperando el robo y la contra.
Ibai pudo adelantar al Alavés con un lanzamiento que pasó por encima del travesaño y Aspas volvió a dejar su firma en un remate por encima de Pacheco que también se fue fuera por poco. Las tablas en el intermedio parecieron justas teniendo en cuenta los méritos de uno y otro equipo.
Sin embargo, el Alavés fue notoriamente mejor que el Celta en la segunda parte, que se abrió con varios minutos de intenso acoso de los locales. Al Celta no le duraba el balón y el conjunto local siempre encontraba caminos hacia el área rival.
El conjunto de Berizzo se encomendó entonces a su arquero, Sergio, quien salvó a su equipo con un par de intervenciones decisivas. El Celta no lograba descifrar el juego entre líneas de Víctor Camarasa y, sobre todo, pasó a actuar con miedo. Sufrió porque no tuvo el balón.
A los 79 minutos se marchó el laborioso Gaizka Toquero y entró Edgar, un suplente que sin embargo es el jugador con más gol del Alavés. Así lo corroboró a ocho minutos del final, cuando aprovechó un agujero en el centro de la zaga visitante para definir con sobriedad ante la desesperada salida de Sergio.
Así, la proeza quedó para el Alavés, un recién ascendido que de la mano de Pellegrino jugará la primera final de la Copa del Rey de su historia. Su rival será el Barcelona, el enorme favorito.