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Las Vegas.— Hace 15 años, Juan Felipe se echó la mochila sobre la espalda y se aventuró en el desierto. Era la tercera vez que lo intentaba, hasta que lo logró y llegó a Estados Unidos, a cumplir el sueño americano.
“Aquí soy feliz, aquí todo está bien, aquí no hay ratas. No sé por qué esos de la Selección vienen con seguridad, deben de convivir con la afición, nosotros somos los que los acompañamos a todos los lados donde van... ¿Qué sólo les importan los boletos? ¿Sólo quieren ganar millones de dólares? Que estén con la gente”, dice enojado.
“Vengo de costa grande, Guerrero. Me vine con una mochila llena de comida, llena de productos enlatados. Con cuatro garrafones de agua. Caminando en la noche y descansado en el día, junto a poquitos arbustos porque es el desierto, ahí nos daba sombra”, recuerda.
En la noche, con la luna de testigo era cuando Juan Felipe agarraba camino por el monte. “Ahí vas siguiendo al coyote, ese te va guiando y si hay suerte cruzas”.
—¿Y si no?
—Vas pa’ tras... Y te retachan. A mí me echaron dos o tres veces, con todo y niños.