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francisco.garza@clabsa.com.mx
Una traición para muchos. Pertenecer a una institución como América o Guadalajara es un honor, un privilegio. Ahí enseñan a odiar de manera deportiva a Chivas o a las Águilas. Pero qué pasa cuando un jugador se va de uno de estos planteles al otro.
Los elementos que por diferentes circunstancias emigran al odiado rival son fuertemente criticados, principalmente por los aficionados, que lo consideran una traición.
A lo largo de la historia hay 36 jugadores que han vestido las dos playeras, pero la mayoría no pudo lograr el éxito que tuvo en su primera institución. El único futbolista que ha sido campeón con ambas escuadras es Francisco Javier Rodríguez, con Chivas en el Apertura 2006 y después con América en el Clausura 2013, lo que hace pensar que ese tipo de traspasos empobrecen la calidad de los jugadores, ya que éstos no rinden de la misma forma que en sus anteriores equipos.
En entrevista para EL UNIVERSAL, el ex delantero Carlos Hermosillo, quien jugó América y Chivas, compartió el significado de haber pertenecido a estas dos escuadras: “Yo creo que son dos instituciones muy importantes del futbol mexicano, una [América] es en la que yo inicié, a la que le tengo un agradecimiento total, porque ahí me formé como jugador, al lado de grandes líderes”.
Y agregó: “Viví Clásicos muy pasionales contra las Chivas, donde hubo buen futbol, golpes, donde pude ganar una final. Por otro lado, jugué en Guadalajara en la última etapa de mi carrera y me tocó actuar en Clásicos en una época ya diferente, pero de todos modos los duelos se vivían con mucha pasión”, recordó Hermosillo, integrante del equipo de las Águilas que en la temporada 1983-1984 ganó su cuarto título de Liga al derrotar en la final al chiverío.
Carlos aseguró que jugar un Clásico ya sea con América o Chivas se vive de la misma manera. “Creo que se siente igual, no se puede buscar quién genera más pasión, el simple hecho de jugar uno de estos partidos levanta una pasión impresionante, son duelos que esperas con muchas ganas, en los que no necesitas ningún tipo de motivación, desde que sales y tocas el balón te entregas a más del ciento por ciento.
“Son rivalidades fuertes, perder un Clásico cuesta y te duele, no quieres salir de tu casa, te duele que se burlen de ti, que dejaste ir tres puntos. Son clásicos que a veces pueden levantar o hundir a un equipo, depende de cómo vayan en la tabla”, dijo.
El también campeón de Liga con Cruz Azul en el Invierno 1997, confesó que siempre tuvo la intención de jugar para las Chivas, plantel en el que participó en 2001. “Yo fui un profesional, y más allá de irle a Cruz Azul, digo honestamente que siempre quise jugar en Chivas”.