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Ricardo La Volpe dejó de cruzar las brazos para aplaudirle al hombre que rescató a su América del sótano y le dio su primera victoria del Clausura 2017. Mientras, Cecilio Domínguez, a quien el “Bigotón” ovacionaba, festejaba su primer gol como jugador de las Águilas, mismo que sirvió para el triunfo de su equipo 1-0 sobre el Veracruz.

Fue su debut soñado, por eso el alarido del paraguayo que anotó de cabeza [60’], tras un magistral centro de Renato Ibarra.

Arranque perfecto para Domínguez, luego de recibir la herencia pesada de dorsal 10 azulcrema. Número que defendieron figuras de emplumadas de la talla de Cuauhtémoc Blanco o Salvador Cabañas.

El atacante de 22 años quiere tener su propia historia con esa cifra en la espalda. Un gol da avisos a su fanaticada que puede trascender.

América necesita del brillo del ex Cerro Porteño, porque el espectáculo sigue alejado de Santa Úrsula.

La apuesta inicial de La Volpe fue la de enviar a la cancha a más paraguayos [4], que mexicanos [2]. El debut de Cecilio representó un ápice de esperanza para el americanismo. Después de todo, se anunció como uno de los refuerzos estelares.

Pero el América se encontró con un Veracruz incómodo, que descartó amedrentarse en los primeros 45 minutos. Ángel Reyna, volante escualo, movió los hilos de su equipo hasta generar una jugada que pudo representar el 0-1. Filtró una pelota a Felipe Flores, quien centró para dejar solo y con el marco vacío a Eduardo Herrera, quien erró con su barrida y el América se salvó.

Las Águilas contestaron con algunas llegadas, más producto del ímpetu que de un buen funcionamiento. Carlos Darwin Quintero y Renato Ibarra se perdieron dos mano a mano frente a Melitón Hernández, pero no hubo más al frente por parte de los amarillos. El cuadro “Bigotón” se mantuvo sin poder agradar a su exigente tribuna que quedó decepcionada hasta que llegó el sibatazo que anunció el entretiempo.

La segunda parte resultó más alegre para el América. Con empuje y entendimiento brindó mayor presión y acercamientos al marco.

Incluso, La Volpe, desesperado, mandó a la cancha a Silvio Romero para que jugara con Oribe. Algo que según el estratega argentino era imposible “porque ya nadie en el mundo juega con dos nueves”. Cuando se cumplió la hora de juego, las Águilas encontraron la vía de anotar, mediante Ibarra, quien puso su servicio a la cabeza de Cecilio. Por fin, una alegría en Santa Úrsula.

Veracruz intentó con sus limitaciones el empate. No lo logró. América ganó a un club que tiene un triunfo en 47 años en el Coloso de Tlalpan. Son tres puntos ganados y la esperanza de que Cecilio Domínguez se convierta en ídolo.

Pero el lavolpismo sigue siendo humo en el América.

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