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Francisco Jémez sólo atinó a clavar la mirada en el césped. Hace unos cuantos días, frente al Monterrey, probó la dulzura que genera igualar en el ocaso. Anoche, experimentó en carne propia el significado del término "cruzazulear".
Un servicio del volante Rolando González, el cual el destino se encaprichó en enviar a la portería, costó a La Máquina dos valiosos puntos en la Copa MX. Justo al 90', los Alebrijes de Oaxaca rescataron un importante empate en la antigua Ciudad de los Deportes (1-1).
Daga en el corazón del pueblo celeste y su entrenador, cuyo equipo ahora suma cuatro juegos sin triunfo entre Liga y Copa (dos empates y dos derrotas), además de que es sotanero del Grupo Dos en el certamen copero.
Fue la noche más nublada en la aún corta era Jémez. Su equipo no pudo imponer condiciones frente a un club de la Liga de Ascenso, lo que generó el sonoro abucheo tras el silbatazo final del árbitro Diego Montaño. En especial sobre el meta Guillermo Allison, a quien se culpó del tanto del empate.
Con el goleador venezolano Giancarlo Maldonado como único referente, el conjunto sureño de las ingenió para complicar a un equipo plagado de suplentes. Rodríguez, el contención Gabriel Peñalba y el ariete Martín Cauteruccio fueron los únicos elementos con perfil titular en la Liga que arrancaron el duelo.
El resto tuvo su oportunidad... Y casi todos demostraron por qué son simples opciones de recambio. Su falta de ritmo alimentó la ilusión oaxaqueña.
Esa que Rodríguez intentó sepultar con aquel contragolpe que desató la alegría en la gente y reconfortó un poco a Jémez, ataviado con un peculiar gorro blanco y guantes negros. Al parecer, los 17 grados de temperatura en la Ciudad de México fueron demasiados para él.
Al igual que el talento del ex futbolista del Colo-Colo para los defensores visitantes. Peñalba dio un gran servicio a Rodríguez, quien enfiló hacia el marco de los Alebrijes y venció con un toque sutil al meta Lucero Álvarez, no sin antes jugar con los sentimientos -y la cintura- del zaguero José Medina.
Gol de otro partido. Jémez, quien ya se había despojado del gorro a causa de la frustración, no celebró. Continuó con las llamadas de atención, aunque los objetivos fueron los canteranos Kevyn Montaño y Rosario Cota. Ya no había motivos para regañar a Rodríguez, ese hechicero que por fin apareció.
El problema es que su talento languideció durante el complemento, ese en el que el conjunto oaxaqueño coqueteó con una valiosa igualada. Los atacantes Fernando Cortés y Alfonso Tamay fueron incapaces de superar a Allison, quien estuvo menos nervioso que la semana anterior contra los Gallos Blancos. El muy criticado Francisco Javier Rodríguez también tuvo progresos, aunque el miedo invadió a cientos de corazones con sangre azul.
Ninguno como el de Jémez, quien deambuló en su zona técnica. Es cierto que, tras 19 años de sequía, no hay más prioridad para los Cementeros que la Liga, aunque ni siquiera avanzar a la ronda de eliminación directa en la Copa sería un fracaso que agregaría presión innecesaria al grupo.
Todos lo saben, así es que optaron por aumentar las precauciones conforme se acercó el ocaso. Los Alebrijes también lo hicieron a la portería local, pero con muchas más ganas que ideas.
Cauteruccio y Richard Ruiz acentuaron el masoquismo al fallar claras opciones ante el marco defendido por Álvarez. Todos sufrieron, en especial el entrenador español, cuyo adusto gesto reflejó la impotencia por no resolver antes un duelo en el que al goleador charrúa también le anularon un tanto válido.
Presentía una catástrofe. Se cumplió con la ejecución de González desde el sector derecho. La pelota se anidó en el marco azul y una daga en el corazón de Jémez, cuyo club ya se ha complicado la situación en la Copa. El español sólo ha ganado uno de los cinco encuentros que ha dirigido en México y ya sabe lo que significa "cruzazulear".