Monterrey.— Ricardo Ferretti aún tenía algo que decir a Lucas Zelarayán, pero el atacante argentino no le esperó. Simplemente, le guiñó el ojo derecho. Sabía cuál era su misión... Y no falló.

Eso explicó el júbilo del sudamericano, mientras el “Volcán” hacía erupción por el gol que representó la cristalización de otro sueño (77’). Los Tigres sufrieron de más, pero superaron al León (2-1, 3-1 global) para avanzar a su novena serie por el título en la historia, tercera decembrina en fila.

Porque a los futbolistas del “Tuca” les sienta el segundo semestre del año, al igual que el talento conjuntado en un plantel que presume envidiable profundidad.

Una lesión en el tobillo izquierdo había impedido a Zelarayán tener actividad en la actual fase final. Volvió justo a tiempo, y fino. Necesitó ocho minutos para marcar la diferencia. El “ogro bigotón” lastimó su voz al darle innumerables indicaciones cuando le metió al campo; el argentino sólo requirió un pequeño espacio para fulminar los sueños de La Fiera.

Fernando Navarro y Juan Ignacio González trataron de cerrarle los caminos, mas Zelarayán acomodó a tiempo el pie derecho para impulsar ese balón que resultó inalcanzable para William Yarbrough. Entonces sí, los miedos quedaron enterrados en el húmedo lienzo verde del estadio Universitario.

El León coqueteó con la hazaña de eliminar a los poderosos felinos regiomontanos. Simple utopía.

Todo comenzó con aquel zapatazo de Luis Montes, quien contó con el involuntario respaldo de Anselmo Vendrechovski “Juninho”. En su afán por tapar el disparo, el capitán local desvió un poco la pelota, suficiente para que Nahuel Guzmán se quedara impávido (16’).

Su mejor posición en la tabla (tercera contra octava) todavía daba el boleto a los Tigres, aunque los Panzas Verdes estaban a una anotación de obligarlos a convertir las dos que, al final, lograron.

Para lo que volvió a ser clave André-Pierre Gignac, ese depredador que hipnotiza con su futbol y contundencia. Las sesiones con John Milton continúan ofreciéndole frutos, aunque anoche también gozó de la colaboración arbitral.

Es cierto que su recorte sobre el defensa central Guillermo Burdisso fue mágico, al igual que el sutil zurdazo con el que firmó la transitoria igualada (45’), pero estaba en fuera de juego cuando recibió la pelota. El asistente Miguel Ángel Hernández no levantó su bandera.

Las protestas guanajuatenses fueron tan furibundas como estériles. Tercer encuentro consecutivo en el que anota el galo, quien acumula cinco tantos en esta “Fiesta Grande” del balompié nacional.

Dentro de la que los Tigres ya tienen el primer sitio en la final. Ni siquiera saben cuándo la jugarán, porque medirse con el América representaría hacerlo hasta la semana de Navidad —debido a la participación de las Águilas en el Mundial de Clubes—; si el rival es el Necaxa, arrancará el jueves.

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