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Monterrey.— Los rostros de los jugadores de Pumas lucieron como nunca en el torneo: abatidos, desencajados y confundidos. Tigres los despertó cruelmente del sueño que pensaron sería la Liguilla. En el “Volcán”, Universidad encontró la pesadilla llamada André Pierre Gignac y su inclemencia.
Los botines mágicos del francés resucitaron con explosión y belleza. Marcó tres goles excelsos, que enloquecieron al “Volcán” que sabe que su equipo es uno de los máximos contendientes al cetro del Apertura 2016. El delantero europeo rompió su sequía anotadora de 678 minutos sin marcar.
Tigres aprovechó la localía para sacar a bailar a los Pumas y clasificarse a semifinales. Cada paso que dieron los felinos norteños lució fácil, sin contratiempos que les provocaran algún disgusto.
Fue sencillo para los dirigidos por Ricardo Ferretti. El paseo de 5-0 anoche (7-2 global) a los capitalinos lució corto para la distancia futbolística y de nómina que existe entre ambas escuadras.
Demasiado poder de los regios para hacerle ver a Universidad que el ímpetu suele quedar corto. El talento tigre salió a relucir en el momento justo, lo que dejó claro el potencial que puede alcanzar en instancias finales.
Pasaron apenas cuatro minutos para que los locales comenzaran a definir la eliminatoria a su favor. Aprovecharon la confunsión auriazul para hacer el primer gol.
Javier Aquino le envió un pase filtrado a Gignac, mientras toda la defensiva de los Pumas levantó la mano para pedir un fuera de lugar que no existió.
El galo, con una definición exquisita, puso de tres dedos el balón en el poste para que el rebote se fuera al fondo de la portería de Alejandro Palacios. Gignac puso a fin a su mala racha anotadora de ocho partidos y dos meses sin festejo.
Universidad comenzó a resquebrajarse, pese a que el encuentro estaba el amanecer. Juan Francisco Palencia, técnico del cuadro del Pedregal, se cruzó de brazos, dio algunos manotazos, pero su equipo simplemente no reaccióno.
El derrumbe del representativo de la UNAM fue tan evidente como imparable. Para colmo, el símbolo de los Pumas, Darío Verón, cometió un autogol, en un centro de Juninho por la banda derecha (25’).
Gignac continuó con la danza que impusieron los Tigres en el terreno de juego. Su rival simplemente terminó desquiciado.
Como una presunción de su técnica individual, el artillero del cuadro regio se atrevió a bajar el balón con el pecho. Esperó a que la redonda bajara lo suficiente para poner el balón en el travesaño e ingresara a la portería “de campanita” (74’).
Cuatro minutos más tarde, el bigote del “Tuca” se movió para hacer una especie de sonrisa. Su mejor delantero le mostró que está de regreso al lograr el hat-trick.
André Pierre anotó con la portería vacía (78’), luego de un pase de su compatriota Andy Delort. El júbillo embargó a los asistentes en el estadio Universitario. Los vítores hacia la estrella de la Liga MX fueron unánimes y estruendosos.
El ánimo de los visitantes ya era de desesperación. Más que buscar la portería contrara, los Pumas estaban pendientes del cronómetro para buscar el fin del partido.
“Oe, oe, oe, oeee, Gignaaaac, Gignaaaaac”, se escuchó en San Nicolás de los Garza, porque la fanaticada regiomontana estaba segura ya de que su equipo está en la antesala de una nueva final.
El concierto de los Tigres tuvo tonos franceses. Para rematar a los capitalinos, Delort remató certero un centro preciso de Jürgen Damm al minuto 88.
La fiesta estuvo completa. La ofensiva de los Tigres lució desatada e insaciable de principio a fin del partidos. Universidad estaba devastado por los efectos que tuvo el vértigo de su contricante.
El tercer lugar de la tabla, que en la fase regular, lució adormecido, con tan solo la inercia de su millonario plantel, por fin, demostró que está conformado para no sólo ganar los partidos, sino para pasarle por encima a sus rivales.
Los Pumas se regresaron con la canasta llena de goles y de vergüenza para su ferviente fanaticada. Tuvieron un torneo digno, pero en los cuartos de final se toparon con un rival superior en todos los aspectos que van desde lo económico hasta el funcionamiento y talento que conforma sus planteles.
La UANL comenzó a sembrar miedo en esta Liguilla por el título. Para mala noticia de los demás participantes, Gignac despertó como un demonio del gol.