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Para llegar a donde está, Erick Gutiérrez tuvo que luchar. Primero aprender a jugar futbol “porque la verdad, de pequeño era re malo”, dice al recordar sus primeros golpes de balón, allá en su natal Los Mochis, Sinaloa, y después emprender la aventura de vivir solo a los 12 años de edad, lejos de casa “porque así lo pedía Pachuca” club que lo reclutó.
Por eso ahora que es un futbolista hecho y derecho, no desprecia las oportunidades. Hoy, vestido con la casaca nacional toma muy en serio estos juegos ante Nueva Zelanda y Panamá, “porque puede ser la ventana para mostrarnos, puede que no tengamos una oportunidad más”, dice, de cara al duelo de hoy contra los neozelandeses.
La palabra “molero” no entra en su vocabulario.
Gutiérrez, de apenas 21 años de edad, le pone mucha seriedad a todo lo que ha llegado a su vida, ya que desde pequeño, para convertir sueños en realidad, ha tenido que hacer mucho más que soñar.
“Estos juegos no sé cómo les digan ustedes, nos sirven para mostrarnos. Nosotros, estos jugadores que hemos sido convocados, no estamos aquí todo el tiempo y queremos ser tomados más en cuenta. Los juegos de Selección son complicados, sea quien sea el rival”.
No le interesa la poca prosapia del rival, lo que importa es salir con la mano en alto y lo mejor que sea con una buena actuación “que cada quien piense como quiera, para nosotros es un partido al que le metemos toda la importancia, en el que hay que dar el 100 por ciento porque debemos ganar más convocatorias. Todos tenemos un objetivo y el mío es quedarme aquí mucho tiempo”.
La inocencia del volante contrasta con “el colmillo largo y retorcido” que muestran muchos seleccionados veteranos que se ocultan tras la máscara de la prepotencia, este llamado lo tomó por sorpresa, “y me causó mucha alegría. Cuando era chico y jugaba, decía que me iban a llamar a la Selección. Ahora que me convocaron para estos juegos me emocioné mucho, de inmediato llamé a mis cuates, a mi familia, por eso te digo que no importa quién sea el rival, que los menosprecien, para los seleccionados es un juego importante, y nos jugamos mucho aquí, antes que nada el prestigio de la Selección Mexicana”.
Los Mochis es tierra caliente, tierra de beisbol “y también de boxeo”, argumenta Erick. De origen humilde, vio en el deporte de las manos la manera de pasar el tiempo y ¿porqué no?, pensar en un futuro, pero después los pies lo llevaron a su destino. “Me gustaba el box, y lo practicaba mucho, hasta que a los seis años alguien me dio un balón y ahí comencé... La verdad es que no era nada bueno, era re malo”, tanto, que en las “cascaritas” era el último que escogían, pero “en el barrio tienes que aprender para sobrevivir. Muchos secretos se aprenden en la calle”, y comenzó a mejorar, hasta que dio el paso de emigrar a Pachuca.
Allá comenzó otra aventura, “porque eso de vivir solo a tan corta edad es bien difícil. No te lo niego, algunos días me quería regresar, más cuando no salían las cosas. No jugaba mucho, no era titular, hasta los 17 años fue que comenzaron a darse las cosas, pero si no hubiera sido por mi familia, mis padres y mis hermanos, yo soy el menor, no estaría aquí”.
Pero la vida es sueños y Erick Gutiérrez tiene uno que espera cumplir, junto a sus hermanos de club: Hirving Lozano y Rodolfo Pizarro, con quienes forma la “Trinidad” tuza. “Queremos estar los tres en una Copa del Mundo, e iniciar un partido en el Mundial”.
Quién sabe, quizá sea el de Rusia 2018. “Por eso hay que alabar mucho lo que hace Pachuca, que da mucha oportunidad a los jóvenes mexicanos. Rodolfo, Hiving y yo queremos estar juntos en esto. Por eso te reitero, estos juegos nos sirven para mostrarnos, para ganar puntos en el camino, los tres queremos ir al Mundial y este puede ser el camino”.
Han pasado casi tres años ya desde que Nueva Zelanda se convirtió en parte importante de la historia del futbol mexicano y no porque los de Oceanía sean ahora un rival clásico, sino porque fueron el trampolín para llegar al Mundial de Brasil 2014.
Hoy, México se ve de nuevo las caras contra los neozelandeses, con un equipo renovado, con apenas cinco elementos que estuvieron en la plantilla que jugó aquellos dos partidos de repechaje en noviembre de 2013, que tuvo como marcador global 9-3 a favor del Tri. Las circunstancias han cambiado. Ahora no se juega nada más que el orgullo en uno más de esos juegos llamados “moleros”.