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edgar.luna@eluniversal.com.mx
Toluca.— Si el árbitro no existiera en la cancha gobernaría la anarquía. En lugar de un juego, el futbol se convertiría en una absurda pelea de 22 tipos en busca de un balón.
Pero ¿qué sucede cuando el que está señalado para imponer autoridad no llena la expectativas?
Lo que pasa es que alguien sale lastimado. Ese alguien ahora fue Pumas, que no sobrevivió a una pésima tarde del silbante Marcó Antonio Ortiz, quien lo acuchilló y lo hizo aferrarse a esa mala racha de no ganar como visitante.
Así que en la casa del diablo quien más asustó a los felinos fue el juez, ya que con sus fallas, prácticamente enterró el intento de buen juego.
Triunfo de 2-1 del Toluca, el menos culpable de la mala tarde arbitral, y que también sufrió con la bipolaridad de Ortiz, quien expulsó al técnico Hernán Cristante.
Los árbitros siempre se justifican diciendo que ellos no tienen la culpa de las fallas increíbles o infantiles de los futbolistas, como las de Pablo Barrientos al inicio del juego. Falló dos mano a mano frente a Alejandro Palacios, pero en lo que sí fue culpable es en lo que se convirtió el juego después.
Primero, en complicidad con el asistente José Martínez, invalidó el que hubiera sido el primer tanto puma, al marcar que la pelota había salido cuando Matías Britos envió un centro que Pablo Barrera anotó.
Antes, el mismo Barrera provocó el primer gol del juego: un autogol de Paulo da Silva.
A pesar de todo, Pumas se fue al descanso con ventaja.
La necesidad es madre de la desesperación, pero también de la inventiva. Toluca se dio cuenta que para aspirar tenía que volver a sus bases: tener el balón y hacerlo circular, esto obviamente hizo que las huestes fueran al frente dejando espacios atrás. Por ahí se coló Matías Britos, quien se puso frente a Alfredo Talavera, pero antes de disparar, Da Silva llegó rodando a derribarlo, jugada que el silbante tomó como accidental, pero era penalti.
Toluca no esperó más y aprovechó el momento. Ya con Enrique Triverio en el campo igualó con un cabezazo y cuando la desesperación llegaba a la cabeza, entró la calma. Antonio Naelson guió poco a poco a los rojos, quienes no se preocuparon por el reloj, sino en su juego y gracias a eso, Fernando Uribe encontró el momento para quedar solo frente a “Pikolín” y anotar.
Pumas sigue igual: sin ganar fuera de casa.