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San Salvador.— Todo era buena voluntad. Todo era caras amistosas, cordialidad de parte de los salvadoreños para con cualquier mexicano presente en San Salvador.

“Aquí ya no es como antes. Somos civilizados, somos pacíficos”, decían.

La llegada del equipo mexicano a su hotel de concentración, pasó inadvertida. En el entrenamiento apenas un porrista, el famoso “Indio Cuscatleco”, con la anuencia de la Federación Salvadoreña y de la Concacaf, se coló y comenzó a echar porras e insultos desde la tribuna, mientras el equipo practicaba tranquilamente en la cancha.

A la hora de la conferencia mexicana, hizo sonar su tambor y lanzó consignas contra el equipo tricolor.

Hasta ahí, todo bien. Pero sólo hasta entonces.

Pero este viernes, previo al partido y en las cercanías del estadio Cuscatlán, todo cambió.

El autobús que transporta al equipo salvadoreño se aparece y la gente, que vociferaba estar divorciada de su Selecta, aplaude a su paso, ilusionada con un triunfo.

Pasa el tiempo... La gente se anima cada vez más. La cerveza hace su labor y el Cuscatlán comienza a pintarse de azul, aunque nadie asegura un lleno.

A las 19:30 horas las sirenas suenan, las patrullas abren paso y el autobús con el equipo mexicano se hace presente.

De inmediato las buenas caras, todos esos buenos deseos del inicio se acaban, y dan paso a lo que es la verdadera eliminatoria de Concacaf.

A la guerra sin muertos.

“Hijos de pu... hijos de pu...” es lo primero que gritan los salvadoreños, y comienzan a golpear con los puños el camión.

Desde fuera no se pueden ver las caras de los jugadores mexicanos.

El vehículo avanza lentamente. No hay espacio para acelerar.

De repente, en una curva, aparece un individuo con una fotografía de Alexis Sánchez y un 7, junto, otra foto de Memo Ochoa con un 0.

“7-0, 7-0, 70”, es el nuevo grito. La afición cuscatleca se adueña del triunfo chileno en la Copa América. Demasiada hosilidad.

Al fin llegan al túnel de acceso. La policía trata de hacer una valla, los jugadores tardan en salir.

Los insultos continúan, y unos aficionados mexicanos se aventuran a dar réplica... batalla perdida desde el comienzo. Primeros los empujones, después los insultos y al final hay hasta golpes..

Decio de María, presidente de la Femexfut, se asoma y pide que se les dé protección.

“No lloren”, grita un salvadoreño que oculta el rostro detrás de un paliacate. Los insultos no tienen fin.

Los jugadores se pierden en el túnel de acceso.

La FMF pide mayor seguridad y los responsables del ramo aseguran que todo fue registrado, pero el reporte es “sin novedad”. Son los clásicos juegos de la Concacaf.

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