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Burdeos.— Y un día, la maldición terminó. La selección alemana se clasificó para las semifinales de la Eurocopa, al superar a Italia en una dramática tanda de 18 penaltis, tras llegar al fin de la prórroga con empate (1-1).
Toda la emoción compensó el pobre juego exhibido a cargo de dos representativos más preocupadas por evitar errores que por cometer acierto. Y triunfó la “Mannschaft”, por 6-5, en una increíble tanda.
La “Squadra Azzurra” podrá decir que Alemania nunca la venció aún en un torneo de selecciones, tras nueve encuentros disputados entre ambas. Pero es un consuelo ínfimo, puramente estadístico, porque la de Joachim Löw jugará una semifinal contra el vencedor de hoy entre Francia e Islandia.
El equipo de Antonio Conte fue fiel a sí mismo, no tanto el campeón del mundo. Alertado por el partido de España y temeroso de los contraataques del rival, Löw decidió jugar a lo mismo que su enemigo y puso a tres centrales, con la inclusión de Benedikt Höwedes y la exclusión de Julian Draxler.
Ante esta perspectiva, sólo podía salir un tipo de partido: táctico, como gustan calificarlo los eruditos, y difícil de aguantar despierto para el espectador más neutral.
Algo cambió en Alemania tras el descanso: la paciencia en ataque. Intentó cuidar más el balón y así llegó su primera gran ocasión al 53’, con un disparo de Thomas Müller que sacó Florenzi bajo los palos, en acrobático esfuerzo. Sí, era otra “Mannschaft”. Celosa en la marca, pero con un plan más interesante.
Y llegó el gol germano (65’). Nació de la acción más improbable. Fue Mario Gomez quien condujo el balón por una banda y sirvió un sensacional pase para la subida de Hector por la banda izquierda. Su servicio atrás fue rematado por Mesut Özil de gran manera.
Italia, entonces, entró en estado de shock y Gomez tuvo la ocasión de sentenciar prematuramente el duelo (68’), con un extraño remate que contó con la espectacular intervención de Gianluigi Buffon, un arquero que parece mentira que tenga 38 años de edad.
Pero hay dos cosas que nunca le faltarán a la “Nazionale”: el orgullo que le da su escudo y su incomparable forma de castigar los errores contrarios. Al 78’, tiró un centro al área y por el aire aparecieron las insensatas manos de Boateng. Un regalo antológico. Fue penalti y Leonardo Bonucci lo transformó en gol. Hasta entonces, Italia no llevaba ni un disparo entre los palos.
Esta vez fue Alemania la que entró en crisis, mientras Italia encontró oxígeno.
Los penaltis decidirían y ahí la moneda cayó del lado germano, después de 18 lanzamientos. Manuel Neuer paró el último italiano, a cargo de Matteo Darmian, y Hector no perdonó ante el angustioso esfuerzo de Buffon, quien estuvo cerca de pararlo. El espectáculo fue la emoción y Alemania sonrió.